lunes, 2 de septiembre de 2019

EL SAPITO BRINCÓN Y CHIVO





EL SAPITO BRINCÓN  Y CHIVO


Cuentos infantiles 

William Villanueva.-

Ilustraciones: Artista plástico Domingo Gudiño.


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Co mucho amor y cariño para Leannys quien despertó con su dulzura mi amor paternal.
A su prima Deibimar.
























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PALABRAS DEL AUTOR
Estos cuentitos que hoy ven la luz son un ejercicio de palabras escudriñadoras, de esa tierna curiosidad que nos alegra de la edad candorosa, que convierte en metáforas las cosas más sencillas de la vida. Me inspiró precisamente el candor de una niña, a quien dedico; y además saber que luego de mucho tiempo de laborioso trabajo en talleres de creatividad infantil y en talleres literarios, que podemos sembrar la palabra, sí ésta de verdad se identifica con el ser. A todos quienes han creído en los poderes creadores del pueblo, invocando al gran Aquiles Nazoa, dedico.
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Todos los días las niñas me esperaban para contarme la historia del sapito brincón. Las dos hacían relación de las proezas del sapito persiguiendo hormigas, coquitos y bachacos. Hacia el mes de octubre con las lluvias, la proliferación de distintas especies de insectos convertía al animalito en una atracción casi circense para las niñas.
Él sapito se introducía por una hendijita de la vieja puerta de madera. Con la algarabía que formaban las niñas ya se sabía de la presencia del diminuto visitante.
Esta es la anécdota que originó esta pequeña historia.



EL SAPITO BRINCÓN
Fui tras un elemento motivador. Recostado en la cocina de la casa ví saltar un sapito sobre los utensilios y cazuelas de la cocina. El sapito me miraba como sonriendo, con gesto de nobleza. 

Atravesado, estaba un enorme cucharón que de seguro constituiría un tremendo obstáculo para el noble sapito. El me miraba preocupado. A esa hora la caza de hormigas, bachacos y demás insectos, es muy  buena. A ratos parecía estirar su lengua engomada con un claro movimiento gimnástico, como preparando su verduzco cuerpo para una escaramuza. De caer sobre el cucharón enorme perdería segundos que en la vida de un sapo supondría el transcurrir de varias horas. 

El me miraba como interrogándome, preguntándome con su mirada qué tal sí salto? Yo me encojo de hombros. No sé la capacidad del animalito ante el reto para responderle. De los anuros, anfibios o batracios, que entiendo que no tienen cola, son las ranas las campeonas olímpicas en salto. Sin embargo el sapo se vé muy decidido. No ha dejado en ese tiempo de mirarme; ahora con rostro serio e intranquilo. Parece que ha pasado mucho tiempo, minutos enteros, frente a la enorme cuchara sopera, mientras una hilera de hormigas negras viene de degustar restos de una gaseosa de cola, casi borrachas, por un boquete de la cocina por donde ya se ven los rayos del sol.
Al inicio de la mañana no supe nada más del sapito, quien en un alarde de atleta dio un salto largo, se elevó en las alturas cayendo, por error de cálculo, en el fondo de la olla más grande de la cocina.     


SE FUE…
El sapito brincón
Salió por un resquicio de la puerta
antes que las niñas cumplieran la advertencia
de te vamos a dar pao pao.
pero era una mentirita inocente
pues ahora ellas dicen con nostalgia
mirando la puerta
el sapito se fue…


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CHIVO
De un lugar muy retirado del poblado nos trajeron de regalo un minino, un gatito, que a pesar de su corta edad ostentaba visiblemente que se desarrollaría en un felino fuerte y cazador. Pero extraño! El gatito no articulaba ni un solo miau. Que extraño!
Soportaba las bromas pesadas de los niños vecinos y él callado, silencioso. Oh! Ese gato hay que echarlo! No! Decían los niños de la casa, mejor si no maúlla, no es necesario que un gato sea chillón  para que sea gato.
Con el correr del tiempo a pesar de su extraño silencio se dio a querer y respetar, porque era como un juguete real. Los chicos le amarraban infinidad de cosas y echaba a correr, y tras él todos los niños para tratar de atraparlo, cuestión algo enojosa porque él se subía a lo alto de un cují y los niños querían trepar también. Así no conviene ese gato, decía mamá. “Hay que echarlo al aseo urbano”. Pero mamá era la principal apoyadora del gato silencioso, y al rato convenía en que el gatico no causaba ningún problema. Mas hubo un tiempo después de los prolongados inviernos de octubre que comenzaron a proliferar ratas feísimas, que mamá horrorizada veía todas las noches formar festín en la cocina. Qué horror! Decía-y ese gato torpe que no sale a cazar, qué hacemos? Contratar una fumigadora profesional? Y nuestra salud? Y el daño al ambiente?  No! Hay que buscar otro gato! El fiel gato tenía por costumbre flanquear siempre  a la dueña de la casa, que no sabía lo que estaba a punto de ocurrir. En uno de sus momentos de rabietas pasajeras echó atrás y pisó al minino y éste en ves de maullar lanzó un meeeeeeeeee que se oyó en todo el vecindario. La dueña y señora de la casa que giró,  dio un traspié, a punto de caer,   no se enojó del todo porque reconoció cierta culpa suya al pisar el gatito y dijo: _Ahora si nos compusimos, no tenemos un gato, sino un chivo, válgame Dios, válgame Dios.
El pobre gatito quedó todo adolorido en la cocina, desde donde se oía su meeeee, meeee.
En la mañana, los niños, ni cortos ni perezosos, bautizaron al gatito con el nombre de Chivo. Chivo permanecía metido en un rincón de la cocina del cual no quería salir.
Una noche tras escuchar los disgustos de mamá con las feas ratas que salían del albañal de los vecinos, Chivo permaneció ahí en su rincón con su meee que se oía  a leguas. Los vecinos decían: en esa casa no tienen un gato sino un chivo, y se reían.
Puede un animalito llegar a sentir las burlas humanas? Claro que sí. Lo cierto es que esa noche Chivo con su meeeee prolongado ante la embestida de los horribles animales salió en defensa del hogar que le daba calor y los hizo huir, luego de deshacerse de algunos de ellos. Quizás estos creyeron en algún momento, que de verdad Chivo no era un gato, por su extraño maullido, sino un chivo de verdad.



William Villanueva



Nació en Carora, estado Lara, República Bolivariana de Venezuela en 1.963. Poeta, escritor, cuentista, Cronista. Licenciado en educación, Mención Desarrollo cultural. Autor de Mi Sed Continua, poemas, publicado por Editorial Berkana 1.999: Tinglado de Rostros, 2017, Cuentos, versión digital. Ha sido columnista y colaborador del Diario de Carora; El Impulso; El Diario El Mío, El Diario de Lara y El Caroreño. Su obra además ha sido publicada en el Diario ultimas Noticias, del cual es Miembro del Consejo de Lectores en Línea; en el Diario El Clarín de la Victoria, y en Revistas literarias como la Revista la Casa de la Fragua, del Estado Mérida.
Ha recibido varios reconocimientos como la Orden Luis Beltrán Guerrero, en su única Clase; La Orden Sergio Medina, de la Asociación de Escritores de la Victoria, Estado Aragua. Doctorado HC en Historia por las Fundación de Educación Superior Nueva Andalucía. Premio Nacional de Periodismo José Ángel Ocanto del Ateneo de Carora.




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