EL
SAPITO BRINCÓN Y CHIVO
Cuentos
infantiles
William
Villanueva.-
Ilustraciones:
Artista plástico Domingo Gudiño.
Co
mucho amor y cariño para Leannys quien despertó con su dulzura mi amor
paternal.
A
su prima Deibimar.
PALABRAS
DEL AUTOR
Estos
cuentitos que hoy ven la luz son un ejercicio de palabras escudriñadoras, de
esa tierna curiosidad que nos alegra de la edad candorosa, que convierte en
metáforas las cosas más sencillas de la vida. Me inspiró precisamente el candor
de una niña, a quien dedico; y además saber que luego de mucho tiempo de
laborioso trabajo en talleres de creatividad infantil y en talleres literarios,
que podemos sembrar la palabra, sí ésta de verdad se identifica con el ser. A
todos quienes han creído en los poderes creadores del pueblo, invocando al gran
Aquiles Nazoa, dedico.
Todos
los días las niñas me esperaban para contarme la historia del sapito brincón.
Las dos hacían relación de las proezas del sapito persiguiendo hormigas,
coquitos y bachacos. Hacia el mes de octubre con las lluvias, la proliferación
de distintas especies de insectos convertía al animalito en una atracción casi
circense para las niñas.
Él
sapito se introducía por una hendijita de la vieja puerta de madera. Con la
algarabía que formaban las niñas ya se sabía de la presencia del diminuto
visitante.
Esta
es la anécdota que originó esta pequeña historia.
EL
SAPITO BRINCÓN
Fui tras un elemento
motivador. Recostado en la cocina de la casa ví saltar un sapito sobre los
utensilios y cazuelas de la cocina. El sapito me miraba como sonriendo, con
gesto de nobleza.
Atravesado,
estaba un enorme cucharón que de seguro constituiría un tremendo obstáculo para
el noble sapito. El me miraba preocupado. A esa hora la caza de hormigas,
bachacos y demás insectos, es muy buena.
A ratos parecía estirar su lengua engomada con un claro movimiento gimnástico,
como preparando su verduzco cuerpo para una escaramuza. De caer sobre el
cucharón enorme perdería segundos que en la vida de un sapo supondría el
transcurrir de varias horas.
El me miraba como interrogándome, preguntándome
con su mirada qué tal sí salto? Yo me encojo de hombros. No sé la capacidad del
animalito ante el reto para responderle. De los anuros, anfibios o batracios,
que entiendo que no tienen cola, son las ranas las campeonas olímpicas en
salto. Sin embargo el sapo se vé muy decidido. No ha dejado en ese tiempo de
mirarme; ahora con rostro serio e intranquilo. Parece que ha pasado mucho tiempo,
minutos enteros, frente a la enorme cuchara sopera, mientras una hilera de
hormigas negras viene de degustar restos de una gaseosa de cola, casi
borrachas, por un boquete de la cocina por donde ya se ven los rayos del sol.
Al
inicio de la mañana no supe nada más del sapito, quien en un alarde de atleta
dio un salto largo, se elevó en las alturas cayendo, por error de cálculo, en
el fondo de la olla más grande de la cocina.
SE
FUE…
El sapito brincón
Salió por un
resquicio de la puerta
antes que las niñas
cumplieran la advertencia
de te vamos a dar pao
pao.
pero era una
mentirita inocente
pues ahora ellas
dicen con nostalgia
mirando la puerta
el sapito se fue…
CHIVO
De
un lugar muy retirado del poblado nos trajeron de regalo un minino, un gatito,
que a pesar de su corta edad ostentaba visiblemente que se desarrollaría en un
felino fuerte y cazador. Pero extraño! El gatito no articulaba ni un solo miau.
Que extraño!
Soportaba
las bromas pesadas de los niños vecinos y él callado, silencioso. Oh! Ese gato
hay que echarlo! No! Decían los niños de la casa, mejor si no maúlla, no es
necesario que un gato sea chillón para
que sea gato.
Con
el correr del tiempo a pesar de su extraño silencio se dio a querer y respetar,
porque era como un juguete real. Los chicos le amarraban infinidad de cosas y
echaba a correr, y tras él todos los niños para tratar de atraparlo, cuestión
algo enojosa porque él se subía a lo alto de un cují y los niños querían trepar
también. Así no conviene ese gato, decía mamá. “Hay que echarlo al aseo
urbano”. Pero mamá era la principal apoyadora del gato silencioso, y al rato
convenía en que el gatico no causaba ningún problema. Mas hubo un tiempo
después de los prolongados inviernos de octubre que comenzaron a proliferar
ratas feísimas, que mamá horrorizada veía todas las noches formar festín en la
cocina. Qué horror! Decía-y ese gato torpe que no sale a cazar, qué hacemos?
Contratar una fumigadora profesional? Y nuestra salud? Y el daño al ambiente? No! Hay que buscar otro gato! El fiel gato
tenía por costumbre flanquear siempre a
la dueña de la casa, que no sabía lo que estaba a punto de ocurrir. En uno de
sus momentos de rabietas pasajeras echó atrás y pisó al minino y éste en ves de
maullar lanzó un meeeeeeeeee que se oyó en todo el vecindario. La dueña y
señora de la casa que giró, dio un
traspié, a punto de caer, no se enojó
del todo porque reconoció cierta culpa suya al pisar el gatito y dijo: _Ahora
si nos compusimos, no tenemos un gato, sino un chivo, válgame Dios, válgame
Dios.
El
pobre gatito quedó todo adolorido en la cocina, desde donde se oía su meeeee,
meeee.
En
la mañana, los niños, ni cortos ni perezosos, bautizaron al gatito con el
nombre de Chivo. Chivo permanecía metido en un rincón de la cocina del cual no
quería salir.
Una
noche tras escuchar los disgustos de mamá con las feas ratas que salían del
albañal de los vecinos, Chivo permaneció ahí en su rincón con su meee que se
oía a leguas. Los vecinos decían: en esa
casa no tienen un gato sino un chivo, y se reían.
Puede
un animalito llegar a sentir las burlas humanas? Claro que sí. Lo cierto es que
esa noche Chivo con su meeeee prolongado ante la embestida de los horribles
animales salió en defensa del hogar que le daba calor y los hizo huir, luego de
deshacerse de algunos de ellos. Quizás estos creyeron en algún momento, que de
verdad Chivo no era un gato, por su extraño maullido, sino un chivo de verdad.
William Villanueva
Nació
en Carora, estado Lara, República Bolivariana de Venezuela en 1.963. Poeta,
escritor, cuentista, Cronista. Licenciado en educación, Mención Desarrollo
cultural. Autor de Mi Sed Continua, poemas, publicado por Editorial Berkana
1.999: Tinglado de Rostros, 2017, Cuentos, versión digital. Ha sido columnista
y colaborador del Diario de Carora; El Impulso; El Diario El Mío, El Diario de
Lara y El Caroreño. Su obra además ha sido publicada en el Diario ultimas
Noticias, del cual es Miembro del Consejo de Lectores en Línea; en el Diario El
Clarín de la Victoria, y en Revistas literarias como la Revista la Casa de la
Fragua, del Estado Mérida.
Ha
recibido varios reconocimientos como la Orden Luis Beltrán Guerrero, en su
única Clase; La Orden Sergio Medina, de la Asociación de Escritores de la
Victoria, Estado Aragua. Doctorado HC en Historia por las Fundación de
Educación Superior Nueva Andalucía. Premio Nacional de Periodismo José Ángel
Ocanto del Ateneo de Carora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario