Rememorando
su infancia inicia Juandemaro Querales su más reciente obra La Graduación,
alargue de la saga familiar que toma como hilo conductor de la narración
añoranzas de la época de la defenestrada dictadura perejimenista.
La casa patriarcal invade el microrelato con
toda la fuerza gravitatoria que encierran sus imágenes, “su densa atmosfera que
produce escalofríos”, según el autor, con sus “señales”, “viene a corroborar
que existe una continuidad del tiempo”.
Poco
a poco irá mostrando la urbe actual con su nueva fauna de indigentes pelos
pintados que irrumpen la tranquilidad de la medianoche, para contarnos su
travesía perenne por las oscuras calles hasta completar la jornada idílica de
estar con su amada doncella.
20
poemas forman la parte poética de La Graduación. En el espacio existencial de
su trajín diario el poeta va pasando revista de los avatares de la gente ante
la clase política convertida en carceleros de los venezolanos.
LA GRADUACION
El general de la
Guardia Nacional, había venido al acto de graduación de bachilleres de su
sobrino. Lucía su uniforme de gala. Con cepillos en sus hombros. Su gorra
adornada con hojas de laurel y su bastón de general de brigada.
.
En el acto
académico, el antiguo soldado raso, era el centro de las miradas y el único
tema de conversación de los graduados y sus familias. Eustaquio se lo había
entregado al general Eustoquio Gómez, para que lo hiciera un hombre.
Este campesino,
pastor de chivos en el campo Caroreño. Fue estudiando y ascendiendo en la nueva
fuerza creada por el Presidente López Contreras, hasta convertirse en el primer
general del grupo armado cuya divisa es “El honor es su divisa”.
LA INAUGURACION DEL OBELISCO
Cuando el “cochinito”
Pérez Jiménez vino a inaugurar el Obelisco de Barquisimeto. Como regalo del
gobierno a la capital del Estado Lara, en ocasión de estar cumpliendo 400 años
de su fundación. El “gordito” de Michelena mandó de Caracas su caravana de
carros negros. Viajando el por arriba en su avión llamado La Vaca Sagrada”.
Mientras el dictador celebraba con la burguesía barquisimetana en el Country
Club. Mi tío Juan Bautista Querales Mosquera, nos paseaba a mi y a la familia
por el parque Ayacucho, en la limosina negra marca Cadillac. Carro presidencial,
que me iba a imaginar que con ese detalle estaba disfrutando de forma
irresponsable, de las mieles del poder.
Pegado a los vidrios
del asiento trasero, veía la ciudad y a los peatones caminar hacia el monumento
por la amplia avenida, también recién inaugurada. En el parque Ayacucho se había adornado los arboles con banderas y
retratos a todo color del déspota.
Esa misma limosina
negra, años después fue volada por una bomba activada por control remoto al
paso de la caravana presidencial, hiriendo al Presidente Betancourt en el paseo
de Los Próceres y se les quemaron las manos.
LA CASA RETOMADA
Me parece imposible
que haya retomada la casa de mis antepasados. Fueron cinco años de espera. Cada
cierto tiempo me impacientaba por el desdén que mostraba el inquilino. Juré
sacar a esa familia aunque en el intento se me fuera la vida.
La casa paterna ha
recibido varias reconstrucciones. Pero nunca se ha dejado caer. Conservarla en
buen estado es permanecer fiel a la memoria de mis ancestros.
La casa ejerce sobre
mi, una atracción que se expresa con un dejo de misterio. Sobre cuartos y
pasillos hay una densa atmosfera que produce escalofríos. En especial la habitación más grande. Cuando
estoy en su interior me traslado como la Madeleine de Proust a la infancia. Con
el tío Juan que nos recibía en vacaciones y estaba pendiente de mi y de mis
hermanos. Ha sido difícil olvidar a mi querido tío, fallecido antes de los 60
años. No he ido nunca al viejo cementerio de la ciudad. Quiero mantenerlo en la
memoria, como era en vida. Impidiendo que la memoria corrompa lo edénico de
aquella época.
Dormía recientemente
en la vieja habitación, como a las dos de la mañana. Todo estaba a oscuras.
Orelis dormía profundamente. Cuando la pesada puerta se cerró. Nunca he sido
testigo de algo como eso. Lejos de sentir miedo. Esperando que algo como eso,
rompiera el silencio acostumbrado de la vieja casa y sus rincones.
La señal de la vieja
puerta, viene a corroborar que existe una continuidad en el tiempo. Saga
familiar que ha permanecido durante cien años y que necesita influir sobre el
último representante de la etnia, quien se vale del lenguaje como último
recurso para instalarse en la tradición.
LA CALLE A OSCURAS
En estos tiempos de
oscuridad, en un país donde siempre se va la luz. Debido a que la racionan por
el colapso que presenta la compañía de electricidad.
Por esta causa,
todas las noches cuando regreso de visitar a mi novia Orelis. Me interno en la
densa oscuridad de las calles del barrio Pueblo Aparte. A tientas y a gatas
recorro las casi seis cuadras que me separan de la casa en que funciona el
Ateneo.
Todas las noches,
cuando son las nueve de la noche. Me despido hasta el otro día a las seis de la
tarde. Para emprender el recorrido de regreso a mi vieja casa de la calle
Camacaro. Ya es normal que este regreso lo haga con gran nerviosismo. El asalto
del que fui victima, en la placita de la virgen, frente al Mercado municipal,
me provocó una paranoia. Allí me golpearon dos chamos, para quitarme mi bolso
de tela de bluyin. Provocándome heridas
en piernas y brazos. Esta paranoia me hace imaginar un asalto en cada esquina y
recoveco, siento que me salen unos malandros a darme golpes sin piedad.
Nerviosismo que termina al llegar a la calle San Pedro. Allí me siento seguro,
por que se, que en la acera de enfrente están conversando mis vecinos bebiendo
café que nos regala Wilmer.
De la ciudad y su
racionamiento de luz he dejado testimonio. También del amor que siento por Orelis. De mis visitas
nocturnas a su casa de la Loyola. A oscuras, siempre temiendo ser atracado en
cualquier rincón del recorrido. De los tiempos en penumbras, mi amor y los
habitantes de la pequeña urbe, guardaremos estos instantes explicados a través
del fatalismo por el futuro que nos cayó a todos los que estamos en este
laberinto.
VIVA LA PENUMBRA
A las 9 pm comienza
mi calvario para regresar a mi casa. Orelis comienza a correrme a esa hora de
la noche. “Un día de estos te van a matar en esa oscurana” Dice, y me despide
en la puerta. El país se ha venido a pedazos. No queda nada en pie. Pareciera
que una guerra civil, o un fenómeno natural como un terremoto o un tsunami. Se abalanzó
sobre Venezuela. Nunca una sociedad había padecido una dictadura predadora.
Primero destruyó su
base material. Después sacó a sus habitantes, quienes le huyen al tirano. En
este país no hay medicinas, no hay alimentos. La inseguridad campea por sus
calles y barrios. La gente se muere de mengua y de hambre. Los servicios
básicos escasean, no hay agua, no hay luz.
Hoy se cumple una
semana en que se fue la luz. La tiranía solo dice que se debe a un ciberataque
que hizo el imperio norteamericano desde Boston y Washington.
EL REGRESO
Cuando Orelis me
echa a la calle a las 9 de la noche clavada. Vengo a tientas. Llevándome las
vainas por delante. En estos días tropecé
con la guaya del poste de luz de la Clínica Loyola. Después de la
mentada de madre y la cabeza adolorida. Sigo mi caminata. No sin antes ir con
mucho cuidado. No vaya a ser que caiga en la alcantarilla, en la calle donde
tiene la frutera don Héctor.
Con el culillo de
siempre, busco la luz de los carros. Los vecinos a esa hora están sentados en
las aceras, interrumpiendo el paso. En la fachada de sus casas se refrescan del
calor de la noche.
Quiero llegar rápido
a la placita de la virgen. Mi paso por el Leteo. Al no más llegar a la calle Lìdice.
Veo a la distancia a las gentes sentadas en las aceras, aprovecho el reflejo de
la luz de los carros. Nada más al verlos o imaginarlos me siento seguro. Con el
recorrido de hoy me siento medallista olímpico de este maratón de la muerte. En
ese se ha convertido la vida de millones de venezolanos, que como yo, padezco
el comunismo radical que nos aplica el déspota de Nicolás Maduro.
INDIGENTES PELO PINTADOS
Cuando llego a la
placita de la virgen frente al mercado municipal. Se me acelera el pulso. Me
suben los decibeles del culillo. Creo ver a los indigentes con el pelo pintado
de amarillo, que se me vienen encima. Tumbándome en la acera y me golpean para
quitarme el bolsito de bluyín azul. Antes de llegar a la placita de la virgen,
como todas las noches a las 9 y 30, mi mente enferma imagina que voy armado con
una 9 milímetro, o un palo o mejor la
botella de agua que cargo en tiempos de sequía. Pienso darles por la cabeza
para despintar al pelo amarillo. Y le saco un ojo a cada malandro. Ya voy llegando a la esquina y veo a una
familia completa cogiendo fresco. Eso me tranquiliza. Como todas las noches los
saludo mentalmente. Pero no responden y acelero la marcha: Consigo a Rufinita
que esta agachada y me dice “camisa azul”.
EL DIA QUE CAYO LA DICTADURA
Mi papá había pasado
el día en interiores de pierna. Desde que oyó la noticia por radio, que huyó Pérez
Jiménez en su vaca sagrada, y que dejó olvidada una maleta con 500.000 dólares.
Estuvo celebrando por las calles de Barquisimeto. Siempre en interiores manga
larga.
El dròn había sido
elevado en el Parque de la Iguana. Una gran muchedumbre se había concentrado en
la Iglesia Corazón de Jesús de la
Loyola. Nadie recordaba una concentración tan grande. Solo la Procesión de la
Chiquinquirà de Aregue los primeros de octubre mueve tanta gente.
Este pueblo
tradicionalmente ha sido insensible. Nada lo conmueve. Pero hoy 23 de enero se cambiaron
los papeles. Todo mundo se echo a la calle. La gente pide a gritos la salida
del tirano. El pueblo esta frustrado y cansado de tanto abuso, del hambre, las
enfermedades. Ese día todo el pueblo marchó y recorrió la ciudad de la seca a
la meca en versos de Ramón Querales.
Día memorable,
porque allí supe, que el país cambió. Que está cerca la reconquista de la
libertad y la transición hacia la democracia.
EL ALUDIDO
El hombre creyó que
podía amedrentarme. Quiso amenazarme desde un primer momento. El sujeto decía
“ese soy yo”, solo falta que me pongas el número de cédula.
Que vaina se le
presenta al escritor, cuando un lector confunde un texto literario con la
diatriba. Este anónimo lector con un ejemplar de periódico, insistía que la
narración se refería a él.
Lo curioso es que la
novela “El gallo de las espuelas de oro” de Guillermo Morón, mucha gente se
sintió aludido, argumentando que el heterónimo se estaba refiriendo a equis persona.
Lo arrecho, es que
esas personas que decían ser ellos: quemaron en una gran pira ejemplares de la
novela. El Torres de la calle San Juan, fue el sitio escogido por los
pirómanos. Convirtiendo el celebrado libro que nos retrata de cuerpo entero en
hollín.
“Que yo soy un
hombre público”, que la gente me conoce.
Qué ironía porque la gente de mi barrio, solo veían a un viejo gordo, con una
camioneta que no era de él, hablándole a un poeta parecido al rebaño.
POEMAS
DE JUANDEMARO QUERALES
SOMBRAS
Y TROPIEZOS
La vida es más que
deseos
Seguir arriba de
los libros
es una manera de
permanecer
atado a un destino
que lo marca
el amor de mi mujer
II-
Estoy arrecho,
frustrado
la elite gobernante
Transformó la
cuarta economía
del subcontinente
latinoamericano
en un lodazal
con una población
que se muere
de mengua y de
hambre
III-
Leo la Biblia una
vez al año
ya que busco
congraciarme
con Dios y su hijo
Jesucristo
La edad senil me lleva
a refugiarme en los
monoteísmos
Acompaño a mi mujer
a la misa los fines
de semana
a veces me cae la
duda
de si hay una vida
después de morir
para disfrutar de
la paz eterna
allá en los cielos
IV-
Pienso que el final
de la tiranía
está cerca
no hay que
desesperarse
tenemos veinte años
en eso
de la caída de la
dictadura
Nadie sabe en qué
momento
esta vaina se vino
al suelo
entronizándose esta
fauna
de corruptos y
asesinos
en Miraflores
V-
Espero que antes de
fin de año
se instaure la
democracia y la libertad
y regrese la
diáspora
mi hijo
Caupolicán y mi hijo Raphael David
se reúnan en
familia
y podamos disfrutar
la ocasión
oyendo a Oscar De
león y la Billo Caracas Boys
comer un pabellón
criollo
Que poca cosa
añoramos vivir
VI-
Leo durante el día
es lo único que
tranquiliza
no creo que haya
otra actividad
mas satisfactoria
en este mundo
Por añadidura engarzarse
en la literatura
Para contemplar y participar
de la experiencia
de transformar la realidad
en lenguaje
VII-
No concibo el mundo
sin la literatura
ni las caminata
por la pequeña urbe
sin las
conversaciones diarias
con el poeta José Adán
La poesía, el
caminar, el verbo
Así es la rutina
cotidiana
del hacedor de
lenguajes
VIII_
El viaje de la
Reina de Saba a Jerusalén
con su caravana de
Caballos y Elefantes
cargados de oro
para conocer al Rey Salomón
no corresponden a
la belleza de ébano
si no al Rey de
Mali Mara Musa
Quién con su
cargamento de oro
en su viaje a la
Meca
desató una
hiperinflación
durante varios años
IX-
A veces me siento
observado
Sin estar loco
Pienso que estoy en
compañía
de mis antepasados
mi Madre y mi tìo
Juan
también mi Padre
Es la memoria que
pugna por salir
en forma de
lenguaje
X-
El que torció la
historia
de esta tierra de
promisión
No pensó en la
tragedia
que ha representado
el que hayan
emigrado
miles de
compatriotas
huyendo del tirano
incluyendo a tres
de mis hijos
XI-
Noches de
observación del firmamento
En la bóveda
celeste
En la penumbra en
que se convierte
la casa de la
Loyola
En la pequeña urbe
se raciona la luz
eléctrica
Como un nuevo Tolomeo
busco en el espacio
sideral
constelaciones,
estrellas, satélites
avión de pasajeros
cuyo destino es
cualquier
capital
latinoamericana.
XII
Estar en una cola
durante horas
para procurarse
hasta lo mas mínimo
eso es lo busca la tiranía
como control social
autoritarismo que
busca
por todos los
medios
que nos resignemos
a vivir
esta mala vida
XIII-
Quiero seguir
borroneando cuartillas
en esta soledad de
mi lar propio
He venido
recorriendo anillos
Que son como vidas
que ya no recuerdo
Liberar y apisonar
Esa insomne memoria
Que en buena hora
me la dio Dios
Como me ha servido
Para llegar al borde y aun mas allà
de la cronología
vital
XIV
No acostumbro
visitar a mis muertos
en los cementerios
del Estado Lara
Me da vértigo
cuando leo la lapida
Que rápido vivieron
su existencia
Solo aspiro llegar
a la centuria
Y poder seguir en
la grafía
mi aventura
memoriosa
por los
intersticios del destino
XV
A excepción de la
gran Manuelita Sáenz
todas las mujeres
de don Simón el Libertador
eran feas y viejas
en opinión del
ilustre historiador
Salvador de
Madariaga
XVI
En el mismo cuarto
donde mi Madre pasó
gran parte de su vida
para morir a los 86
años de edad
El hijo, el de la
memoria febril
evoca a la mujer de
sus sueños
esa morena de boca
pequeña
de tamaño diminuta
que busco entre
sueños
idealizándola en el
jardín de las delicias
XVII
Mi morena de hablar
fluido
con exactitud en la
conversación
Deja que le
acaricie ese cuerpo atesorado
Me le duermo en su
corpiño
y le pido besitos
mordelones
quiero apretarla
hasta perderla
entre mis brazos
como en la letra de
un viejo bolero
XVIII
Me gusta entablar
largas conversaciones
con mi morena a
quien le expreso
mis deseos eróticos
por las noches
meciéndome en mi
hamaca de colores
Deseos que se
repiten a lo largo de los años
Solo se ven
interrumpidos
cuando cualquiera
de los dos
recuerda viejos
amores idos
XIX
Este amor que
siento por Orelis
Resiste las pruebas
más exigentes
Lluvias
torrenciales, apagones de luz
que duran una
eternidad
Asalto de ladrones
y agresión física
No me amilanan, ni
me quiebran mi pasión
Permaneciendo a su
lado
hasta el fin de la
historia
XX
Solo la página en
blanco
Y la memoria incandescente
Facilita la
permanencia en la criba
De esta pareja
enamorada
Esta lirica es la
prueba fiel
Dando origen a este
poemario
Que forma parte de
la tradición literaria
En un país que
hierve de contradicciones
Sobre el futuro
inmediato
Carora, mayo de
2019