domingo, 24 de diciembre de 2017

Tinglado de Rostros

La fiesta de la palabra no se detiene. El Editor de Libros en Digital presenta su aporte a esta biblioteca virtual con su nuevo libro de cuentos Tinglado de Rostros; con excelente prólogo del escritor  Julio Prado y portada ilustrada por María Fernanda Ramírez. Esperamos sus comentarios.




PRÓLOGO

A manera de prólogo Camino largo y silencio de la palabra.

 Tomar la pluma de la imaginación con la idea firme de escribir un cuento, es una especie de catarsis para el alma literaria del que escribe. William Villanueva, en su convicción de hacer explotar la mirada del lector puesta en cada línea, hace alarde de una musa incondicional pródiga de fábulas y capacidad de asombro, de la que se sirve como quien agarra el abrigo y la bufanda para guarecerse del frío y salir con paso firme a deambular las gélidas calles de la página en blanco. Tanteando un verbo, acariciando un adjetivo o dándole una palmada oportuna al sustantivo que se aparece de pronto en una esquina del relato, así avanza el autor con su mano diestra en el camino largo y silencioso que la escritura concita en la facultad de contar historias, introducirse con sigilo en la memoria colectiva, detallar a hurtadillas las aventuras y desventuras del lugareño común, las habladurías e intrigas sobre el político de turno, la docilidad del desvarío, el tono apesadumbrado de la resignación, el duelo colectivo ante la muerte del optimismo, la queja por lo inasible, las bofetadas de la realidad improvisada, la existencia humana, la vida en todas sus facetas sombrías, la miseria como arte de la sobrevivencia, la enfermedad convertida en la otra cara de la esperanza, calles con olor a sangre coagulada, esquinas que aguardan una sospecha, fachadas construidas para ocultar la evidencia, y al final, el cuento deja de serlo para convertirse en una hecho tan real como los dedos que teclean incansables cada palabra precisa. Y, como decía Jorge Luis Borges, cada relato puede parecer un encuentro casual, pero todos sabemos que, en el fondo, es una cita previa, y William, como buen observador de la cotidianidad que le rodea, sueña, escucha, palpa y descifra el epigrama que la calle le advierte en ambas aceras de la rutina, convertida en parábola de la incandescencia reincidente de su Aregue natal. El relato se convierte, por arte del ingenio imaginario, en la propia experiencia del que sabe de huellas, de piedras atravesadas en los pasos, de espinas escondidas entre las rosas de la adulación, y a fin de cuentas, esa verdad escondida en cada párrafo, que sale a la luz entre bambalinas y se presenta limpia en el escenario del amanecer, aunque no se sepa asumir por el universo gris de los que duermen a la intemperie, para no sentir el arponazo de la ingenuidad que las paredes familiares no desperdician entre las grietas del abandono y el olvido en las sombras opresoras de la noche. William, haciendo honor a su acendrado cristianismo, deja palpable en cada cuento con final abierto a la imaginación, que “quien quiera entender, que entienda”, y convierte cada relato en una suerte de parábolas de este siglo XXI que nos conduce y nos extravía a partes iguales, con el único afán de que el lector disfrute, sufra, sonría, se reconozca en alguna línea, o simplemente valore en su justa medida el mundo que le tocó vivir, la emoción del sentimiento colectivo, y de manera especial, porque la vida es también la historia no escrita de cada uno de nosotros. Julio M. Prado.

TINGLADO DE ROSTROS  
Autor: William Villanueva.
Cuentos.
Dedico a Antonio Crespo Meléndez.-

DE NADIE HABLAMOS BIEN
En un cartoncito, pegado a la pared, se leía: Favor cancelar. cuentas pendientes de lo contrario se colocarán en la lista  de los morosos. EL DUEÑO.  La letra seguro era del curita, apodado así por su afabilidad, y porque ciertamente había estado en un seminario antiguo, antes de aterrizar en aquel lupanar. Afuera un sopor le daba a uno en la cara, como sí el ambiente tuviera calefacción. En una mesa hablaban del presidente; la conversación se enredaba con la música de la rockola, pero lo que hablaban del presidente no era bueno. A decir verdad, no existe la costumbre entre nosotros de hablar bien de nadie. 

UN DÍA CUALQUIERA DE MIS DÍAS
Aquel día que decidí mi aventura literaria fui como empujado a aquel bar de mala fama, con sus puertas batientes, llenas de óxido, y carcomidas. Un tipo con cara de sureño, pronunció un ¡ahijuna!, no se sí era chileno o argentino, pero cuando todo el mundo se volteó, admirados de asombro; la escena daba terror, pues el sureño le tocó el trasero a la mesera y esta le asestaba golpes con una botella de refresco Fanta. En la escena posterior sólo quedó el sureño en un charco de sangre, según me lo contaron.  

SIN NOVEDAD
El día que le vaciaron los sesos en el asfalto, la noche escurría las frías gotas de la lluvia.
Quién lo iba a pensar? Ahora todos corren desaforadamente hasta el cerro más alto; allí todo es precario, insuficiente.
El melenudo, quien porta desafiante un Cristo de arcilla, es el que corre más


LA NENA MÁS COQUETA
Sí  Axy supiera que sí me gusta. El descabellado aumento de su abdomen, entre comillas, no pasa de ser un cliché de las bobas de sociedad, que siempre perderán la línea, aunque dichas viejas trotonas no dejen de despabilarle el sueño a uno el sueño a las 5 de la madrugada cuando pasan por la quinta transversal. Sí, la nena más coqueta es ella. En la desaparición que hizo el mago de una rosa de un sombrero, casi la desaparece a ella. Yo la halé hacía mí y como estigmas en mi cuerpo sentí espinas flagelando mi piel. Por eso me sentí suyo cual hoja de parra sujeto a ella en un edén.
Después de la función nos fuimos caminando por el bulevar.
Hacía frío en la noche; no la despojé de su vestimenta. No hubo desquiciamiento. Ella tarareó a los Backstreeboys, yo canté frenéticamente el amor en una botella. Al fondo como husmeando la soledad un grafiti de la universidad señalaba indócil: 
SE ACABARON LOS SUEÑOS
….Y QUÉ…?

MIRCO
Mirco, vino de lejos, de muy lejos, pintorreado que asombraba su color de paleta. Él llegó en un biplano, que le prestó su hermano. Su forma estrambótica fue observada en una aduana improvisada en la quebrada, como si fuera un pichón de zamuro. Los parroquianos lo levantaron en hombros, y lo llevaron por las desnudas calles de la pobre ciudad, en la que, como dicen los cuentos, rara vez pasaba algo, excepto el último eclipse, que de generación en generación, cuentan, se ve cada cien años. Él, se valió entonces de aquello, para megáfono en mano, hacerse anunciar, a la ciudad: ¡Ha llegado Mirco, Mirco! ¡Ha llegado Mirco a la ciudad!
A su desaparición, la ciudad en vez de tristeza exhibía mucho colorido y alegría, por donde quiera se veía su rostro pintado. Excepto una vieja señorona que le hizo una estatua y le colocó una lápida mortuoria. A su muerte pidió ser enterrada allí mismo, ataviada del negro atuendo que desde el suceso nunca se despojó.

DANIELA AL RITMO DEL TAMBOR
No sé cómo Neruda hubiera descifrado tantas claves poéticas de unas noches de afrodisíacos chilenos y Venus bajadas de Internet, pero era menester, amén de estas displicencias del ocio cotidiano, explorar en mi webcam, a Daniela, bailando al ritmo del tambor. Perdón que imaginé que su voluptuosa feminidad  danzaba en El Tropicana, deslastrado según  Ramón, el albañil, de “la inmunda gusanera”. No comulgo con su procacidad comunistoide, por lo que le he negado el acceso a la webcam, a la que tildó furiosamente como veneno capitalista.
Daniela, una y otra vez menea sus caderas, entre la espumosa cerveza, y el frío tiritante,  mis manos se engullen tras su cuerpo.

LA CHINA Y OTRAS DISPLICENCIAS
Yo la veo casi a diario, con su caminar todo sensualote y su cabellera al sol, por el centro. Sí, pero cuando apelo a mi numen poetica la tipa es un desaire pana, un enchabe, como usted dice pana, que es tan sabio, sin ser doctor.
Lo que pas es que la china es de un barrio pobre, cerca de la ciudad, y ella como otras jevas iguales que ellas se portan tan displicentes, porque quieren un tipo de plata; sí pana, ellas creen en las porquerías de las telenovelas y desean una casa donde Grillet pasee su vista descriptiva, como por una tienda de la Apple Big de N.Y, como dice mi gorra.
Sí por lo menos la tuteara en el Chat, aunque fuera camuflageado de Rickysteam, y ella a cada rato: _Rick… -Sí, princesa alada. _¿Qué haces? –Llevo la cuenta. _ ¿La cuenta? _Sí, de las horas sin verte, quiero que sientas…maldita.. No, la china no, la máquina, es la máquina, es la red.
Y entonces con tremendo palo de agua, voy tras ella; ella va tan a prisa, que casi corre, en eso un taxi, se lleva lo más bello de la ciudad.
Voy al cibert-C, y es otra historia. “Yo soy Rickysteam”, “Soy Rick” ¿Y quién eres tú? _Soy Candy 99. Abro tu perfil, Candy, y me asombra tu belleza, como moldeada por un artista. Por momentos me olvidé de la china y sus displicencias vespertinas. Candy! –Sí Rick. _Eres un ángel, _Oh, gracias, Rick. _Rick, voy a la sala de Chat. _Ok, mi reina, recuerda que soy Rick, de Venezuela, para el mundo.
Entro al Chat. Ya la china debe ir por la avenida. _Soy Rick-quiero chica con fines confesables. _Se soltó otro demente… _Hola, quiero un chico “urgente”. _Una que me mime y me ame…_Tu madre! _Dios mío esto es un despelote… Chateadores uníos.. _Se soltó el conde. _Soy Rick. (Ingresó Pamela). _Hola, hola, soy Rick. (Ingresó Candy 99). _Hola llegó la reinaaaaaaaaa. _Hola mi reina!
_Hola, hola-hola-Candy! _Sí Rick? _Caracas de noche, tiene el resplandor de tu mirada…
_Oh, que galante Rick.
_Gracias- Bravo! por Rick!!!
Salgo del Caber-C, y la noche llena de nubarrones presagia otra tormenta descomunal, y aún traro de apartar a la china, tras reseteat mis pensamientos vuelve a aparecer, como un “virus informático”. El agua cae a cataratas inmensas. Siento pesadumbre, porque la china vive allí, en ese barrio tan pobre, pienso en Alí y en lo triste de la lluvia para los pobres, como la china.
Diario de la mañana:
BALANCE ATERRADOR 
Cientos de víctimas por desastres ocasionados por los aguaceros sobre la ciudad.
Pienso en la china, luego de revisar la lista de damnificados. Hoy no la he visto pana!, envíeme otro email a la mayor brevedad del mundo. Rickysteam.
DIEZ DE MAYO
En los clasificados no aparece su nombre.
Nadie explicó aquello, todos callaron.
Se estaba entre lo fatídico y trivial.
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GEMIDOS EN SU MURO
Que ladilla, las gotas de agua siguen impregnando la tarde, las luces parpadean, anunciando un anochecer prematuro.
Una que otra sirena arrastra su sonido tétrico por la urbe, en claro presagio de acontecimientos inesperados.
La chica bonita que veía, desde la ventana, no está, en su lugar una, en estado de gravidez, de unos 5 ó 6, a lo mejor 7 meses de gestación, pero a pesar conserva rasgos de fina esbeltez.
Cuando apuré la última cuartilla del relato, rompí la cíclica monotonía de los párrafos anteriores. En el facebook de ella,  en su muro, expiraban también sus últimos gemidos de gata loca: “Sí me revuelco con otros, no es porque no te quiero; es para que sepas de lo que soy capaz por retenerte”
La policía científica exploró el lugar, la habitación olía a varitas aromáticas, a incensio, mirra y estoraque; extraño ritual- decían las redes-realizó la occisa.
Lo que nadie se explica fue cómo se colgó del cable del aparato de televisión? Cómo hizo para pender de lo más alto de la habitación. Las pesquisas no desentrañaron el misterio.
Yo sólo sé que a diario riego las rosas que espontáneamente germinaron en su panteón.
LA HUMILDE PATRICIA
Me decían que habías dado a luz, pero tú no eres un instrumento de iluminación que digamos. Eres una mujer, ya no tienes tu lozanía, no tienes la cara de inocente que en ti se reflejaba. Te acuerdas? Cuando estudiábamos juntos; la sección entera hablaba de tu belleza y de tu inteligencia. Yo era el más callado y tímido, nadie se dio cuenta de lo que sentía por ti, ni siquiera tú imaginarían el fin de mis visitas a tu barrio, ese barrio que es mugre por todas partes…basura más basura, gentes incultas, deberían recoger los desperdicios, no arrojarlos a la calle.
Mi amigo me lo dijo; debes conocerlo: el de afro y lentes negros Ray ban, que tienen la firma de Cecotto, él se me acercó y me ofreció informarme sobre ti. Así lo hizo, y le agradezco, “es un chamo bien”, así me dice cuando habla conmigo. “Mira, chamo, yo lo hago porque tú eres un chamo bien, tú me ponías las pruebas en clases y yo sacaba buenas notas”.
Todavía me duele el pie, se me fracturó el día que te llevé serenatas, pero los perros de tu casa no supieron apreciar la buena música. Una serenata? dirían algunos vecinos, sí ahora no se usa eso! Una viejita nos vio salir corriendo con los perros detrás! Ay, que románticos, se le oyó suspirar: -Que románticos!- Mientras nos veía desaparecer en la oscuridad de la noche.
Patricia, nombre novelesco el que dieron, que lastima que te hayas marchitado.
Patricia: _ Tú madre te llama,
_Cámbiale los pañales al tripón,
_Pobre criatura de Dios, apúrate con las arepas!
_Patricia, tengo hambre.
_ Ay, qué vas a hacer? tú hombre viene borracho…
_Esta mujer, cuando será que aprende? Sino fuera porque no me puedo levantar le echo su pela.
Patricia corre, huye de su casa, dejando a su madre y a su amante. Con su niño en brazos la veo alejarse, me quedo contemplando su triste figura que se confunde con los crepúsculos del atardecer. Patricia, parece venir el eco de tu voz hasta mis oídos: ¿Por qué soy desdichada? Pobre moza, que Dios, te ampare.

EL CAMINO A LA PRIMERA GARITA
Él no decía sí, por decir sí. Era un extraño dejo de melancolía, desde que lo “molieron a palos”, según su mamá. Actuaba como autómata, una especie de artilugio o androide; como muñeco arrancado al counter strike. Los documentales en la T.V, horrorizaban. Al trote y con un incandescente sol que tostaba la piel, la hilera de soldados corren ante las ordenes sofocantes, corren con el su último fuelle de su  aliento, corren desaforados, la sed se les torna en sus ojos ya desorbitados, la hinchazón de la piel de sus pómulos es visiblemente rojiza, unas charcas sucias, llenas de orines pestilentes y restos animales, sirven como agua, la sed inclemente mal saciada da paso ahora a espasmos y convulsiones, sus cuerpos van cayendo, uno a uno sobre el árido suelo.      
De la torrecilla desde donde se aventaban con la brillantez fosforescente del sol, tunas, guasábaras y yabos sólo se ve un terreno escarpado. De vez en cuando merodea una cabra, un asno, o se despereza una cascabel. En la noche el frío aterra, congela literalmente los sentidos. Una música de rockola se oye intermitente. Nadie sabe de dónde viene, pero otrora había un bar en el camino, hace años fue cerrado, luego que un guardia descargó su arma contra otro bebedor, la sangre inundó el pequeño local confundiéndose con restos de cerveza y orines.
En las noches sigue sonando solo en la rockola un tema angustioso de Felipe Pirela. Se oyen murmullos, como de rezos; tan sólo una noche, Rafa y yo, oímos, infinidad de vocecitas, como arrullando  con su rezo al viento, tratábamos de caminar y una fuerza invisible atajaba su cuerpo y me detenía con suavidad, en la oscuridad creí que eran cuatro o seis seres amorfos, le propuse a Rafa rezar todo lo que pudiera, yo lo atajaba pues en su estado de embriaguez y alucinación no se sostenía en pie, cuando empezó a rezar y seguir mi peticiones, sentí como un soplido lo arrojó a un metro de donde estábamos, pálido y sudoroso, lo levanté y comenzamos a correr desbocadamente, lejos de la primera garita. 
Dicen que en el camino a la garita se oyen las voces de soldados, quejumbrosos. Y se ve la silueta espectral de una dama, que enloquece a los uniformados de verde, hasta hacerlos suicidarse irremisiblemente. 
…..---…….

PAPILLON
Edgar repetía una y otra vez, quiero escribir de nuevo Papillón. Soy Henri Charrière; allá quien no me crea, quiero huir de esto espantoso; el sargento me hizo comerme la mierda con el arroz chino que me trajo mi mamá. En la placita del Néctar sí me quieren, no porque tengo un hermano doctor, sino que soy su héroe… Quiero escribir Papillón, son como unas quinientas páginas que puedo escribir, a lo mejor Juan me agarra envidia, porque yo escriba mejor que él, yo siempre le doy consejos, sino… no escribiera bien. Lo que no me gusta de Papillón es su mariposa, yo me quiero es tatuar la P de Papillón, en el pecho. A Juan no le gusta la sardina pero a mí sí, por eso es que yo digo, yo sí puedo escribir otra vez el libro Papillón…

                                                     ---O---

ULACIO
En la habitación del hospital se disipa por ratos el silencio. Un merengue hip hop se oye en una radio lejana. El ritmo no importa, pero un amigo mío lo confunde con un hipo de borracho, creo que después que un día de borrachera botara en un feo estropicio todo lo que comió en Mc Donald¨s, y le pegó un hipo horroroso, y desde entonces no puede oír que la FM anuncie el hip hop, ni ir al Mc Donal`s porque no le permiten la entrada; no por un confundido racismo que el aduce como mala referencia de los gringos contra los de color, sino que el efecto del horrible vómito hizo que cambiaran las costosas y lujosas alfombras, porque hedían un mes después del suceso, y era inminente la caída desde Venezuela del imperio más poderoso de “Fast food” del mundo…Por la habitación se cola de repente una oleada de frío que congela hasta los huesos, de manera que con los enanitos intergalácticos que veo por el cristal de la ventana, siento un miedo espantoso en las noches. Abajo se ve una nueva ciudadela, la de aquellos que huyeron de los cerros, del agua, de la muerte. Ula, mi amigo, con sus amigos salvaron a tantos que ya nos les asombra la naturaleza, se le puede domeñar, pero es preferible, dice Ula, respetarla. Él y sus amigos salieron en un camión del ejército, con lágrimas en los ojos al dejar el puerto, el retumbar de las olas del mar enfurecido se lo llevaba todo, casas y gente. Ula, sintió tanto dolor que pintó en un bello óleo la milagrosa imagen de la Virgen de Coromoto. Él y sus amigos tienen muy merecido su reconocimiento como héroes…El día que el agua se arrechó contra nosotros-dice Ula- estábamos pensando horas antes, que con el nuevo gobierno todo nos iba a cambiar-pero mira, como dice la salsa aquella “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”. Ula, franco y sincero tiene en su pecho-dice Luis el albañil-un monumento a la amistad: un corazón noble y transparente…Allá se divisa la ciudadela, por un instante olvido esta habitación…se oye el resonar de una sirena, luego el silencio…una aura misteriosa invade los rincones de la noche estrellada. No sé por qué pienso que estoy aca.. no… creí estar allá… sí en aquella habitación del hospital donde veía enanitos intergalácticos trepando a través de las ventanas, huyendo del agua de la lluvia. Ula me despierta. Qué horrible noche-me dice-los sapos saltaban sobre mi testa y yo era un charco sucio. Caminamos por el Sambil  en busca de un Mc Donal`s, a lo lejos se oía un merengue hip hop…     

LA TRETA
La estupidez más grande del mundo. Allá abajo el mundo se desmorona, pero voy hacia el lugar por una calle que se empina y se estrecha, a ratos el tráfico automotor deja oleadas de humo sucio, sucísimo, anhídrido carbónico, tetraetilo de plomo, óxido de nitrógeno, smog!!...como si no le costara al mundo la existencia humana, la vida…antros de pobreza, miseria, enfermedades, muertes…y admites que aquí, allá, más allá, en estos lugares sombríos es verdad la perorata de los marxistas. Voy descendiendo, el foco solar parece un brillo estúpido en el tapiz de la mañana. Como si golpearan mi cuerpo me está doliendo, Carmen Elena. Esa mosquita muerta, decía mi mamá, no me gusta para nada, y yo burlón gozaba a mis anchas, y acabamos entre sábanas blancas, con canciones suaves…Camilo…tiempo de amar, amar a oscuras…Carmen Elena, ese amiguito tuyo es insoportable, con su risa cínica, parecía marica echándose bronceador en el patio de tu casa, y yo con ganas de entrarle a golpes…Carmen Elena, sí Leonor comprendiera mi amor, pero maldita sea, no quiero…no quiero retrotraerme al pasado, a tu pasado…me duele Carmen Elena…La fuga de mis sueños ocurrió aquella mañana gélida que el agua chorreaba por doquier, el río traía rumores lejanos, murmullos de piedras que se confundían con el crepitar de la lluvia, y el almanaque clavado en la pared indicaba las primeras lluvias del año. Pero no hace falta en abundar en detalles, no hace falta revisar el destrozo de nuestras relaciones. Allá en la maraña de casas que voy cruzando por callejuelas como embudos, en una, en alguna de esas casas, estarás revolcándote con otro hombre, sin canciones suaves ni susurros al oído. Qué día es hoy, cuando esta duda me carcome?...un disparate…un inmenso disparate, una estupidez. Ruedo calle abajo…el raticida será mejor?...más socrático? Poético?...no..no.. no sé. Pero no sé nada, nada, lo juro, no sé qué haré, no sé nada, nada, este tormento me corroe, Carmen Leonor, ja ja ja… no te gustaba ese trato, j aja j aja, porque así se llamaba tu abuela que en paz descanse en las entrañas de la tierra…aquel dolor abajo, tú decía que eran cosas del oficio, el peso de 30 gandoleros en una noche, no era para menos, tenía empeño en hacer real a costa de los suyo…Yo no!, yo no soy de esas, no, no soy así, no soy de esas, Raimundo, no” Cómo se te ocurre? Jamás mi vida, soy sólo tuya, tuya, tuyita, desde que me levantaste la falda debajo del pupitres y me hacías cosquillas, y el maestro creía que tú andabas buscando el sacapuntas, al Cheluis le puse el ojo negro, porque quiso hacer lo mismo…La primera vez, mi primera vez, yo te lo conté Carmen Elena, yo tenía como fiebre, fue rápido, la cama olía a fragancias de flores, y ella me revisaba los frenillos, me daba cosquilleo…sonó un vallenato, se oyo Olimpo, se oyó Felipe Pirela, yo con mi inocencia quería quedarme allí…afuera olía a frituras y carnes asadas, por toda la calle había pinchos y pollos mantecosos, ella pidió una malta caracas y mi amigo y yo una Águila. Los olores en la calle se acentuaban, olía a maíz tostado, pasaba un cotufero con su carga recién tostada, a lo lejos retumbaban cohetones en el cielo de octubre, y yo no me quería ir. El gentío iba y venía, los sopores etílicos y tufos a orines empezaban a enrarecer el aire; una ancianita arrastraba a una niña llorosa. Me acuerdo de ti, Carmen Elena, del primer día, unidos en un solo cuerpo, la primera vez, sentiste ganas de llorar y yo te acaricié con ternura, y nos quedamos dormidos en aquel cuarto que olía a barro, por testigos Simón Bolívar y Jesús de la Buena Esperanza. Cuando despertamos, llovía y lo volvimos a hacer, en aquel cuarto que olía a barro y con goterones. El zaguán era largo y cabían varios colgados; en la repisa un radiecito sony en el que sólo se oía Radio Rumbos y la BBC, en el patio un almendrón y unas matas de onoto… debiste haber detenido aquello Carmen Elena y no hubiese pasado nada…ahora mismo lo estoy lamentando. Nuevamente la larga y angosta calle, se asoma ahora un tapiz de verdes colores, me llega una brisa agradable, a agua de manantial, raíces, a tierra mojada, a fresca madrugada, a la orilla de la vía un niño ofrece nísperos, manzanas y maní; la vuela en u y de nuevo las callejuelas serpenteantes, arriba, abajo, no sé cuánto tiempo he rodado, sólo sé que son varias horas y porque me lo indica algo en el motor, me detengo, pienso, me ayuda un vecino a arreglar el vehículo, cortésmente me rechaza cinco mil, cosa extraña en mi país. Empieza de nuevo mi tortura, voy divisando el sitio, la casa, la dirección que me fue informada telefónicamente, un golpe de dudas se agolpa en mi mente, mi corazón se agita, mis manos pierden sensibilidad, me detengo, el tam tam, tam, de mi pecho se hace casi audible, no quiero ver ni oír, penetro el manto espeso y oscuro de aquella casa, no sé cómo entré…entré sin tocar…un amplio corredor separa de la sala a las habitaciones principales, luego el patio con un olivo frondoso y flores diversas, trinitarias, rosas, girasoles en potes de klim y materos de cauchos, al centro una gran cruz de madera pintada de negro, de base empedrada, más allá una fuentecilla que sólo sirve de palomar, un tinajero desvencijado con verdín y humedad, una carreta, un Gómez tallado en madera, donde el General tendría unos 20 años de edad, con aire de picardía juvenil, con sus mostachos puntiagudos, una victrola argentina…Che Gardel, qué muchachote, como canta, decía mi tío y me mostraba sus discos. Te acuerdas Carmen Elena, a ti te gustaba mucho oírlo…Cuesta abajo en mi rodada, las ilusiones pasadas…sabía que en el mundo no cabía toda la humilde alegría de mi pobre corazón…Un bandoneón en mi pecho, Carmen Elena, me agobian los presagios, me niego a sospechar lo que voy a ver seguramente, empuño tembloroso entre mis manos la pistola automática que me regalaste, fija la mirada, absorto, esperando que se abra la puerta, un frío, una fría sensación me baja al estómago y me siento como la primera vez que nos montamos en el viaje a la luna, tú te querías montar de nuevo y yo no atinaba a decirte palabra alguna, a punto de vomitar, sentía náuseas y pena, Carmen Elena y corrí desesperado, como autómata tropecé y caí varias veces hasta que vomité con gran placer, no sé qué vomitaba, un líquido negro y viscoso embarrialaba mis zapatos.. Le tengo miedo a las guerras, a las armas, como esta que empuño, Carmen Elena, pero mi amor tú sabes en qué país vivimos, mira las estadísticas, el parte de guerra semanal, pero mi amor, soy amante de la paz, un pacifista, admiré a Lennon en su vitrina en aquella fenomenal fotografía, amo al mundo , amo la paz, odio la violencia, las armas como esta…prefiero un portafolio mi vida, un cenicero, un suizo…admiro a los suizos y a los ingleses por su puntualidad, desde chico quiero un reloj, Carmen Elena, me da pánico el terrorismo, la violencia…Tengo miedo…miedo.. no…no, no me atrevo a pensar, un dolor me desgarra el cuerpo, siento que destrozan las sienes Carmen Elena…No percibo los ruidos ni el tintineo del agua del tinajero…ya no lo oigo…veo el haz de un proyectil, como una chispa de luz…te acuerdas, Carmen Elena, que nuestro amigo Leonardo elucubraba en su libro sobre la violencia en Caracas…”Sí un día miércoles primero, eran las 10:25 A.M, cuando bajé de mi apartamento con la ilusión de encontrar algún negocio abierto y así comprarme algunas cosas para comer; no había pasado siquiera 5 minutos en la entrada del edificio cuando escuché el ruido seco y rápido de un proyectil y a sólo 15 metros de donde yo estaba caía herida una señora que llevaba en sus manos una bolsa de comida para sus hijos cual paloma llevaba alimento para sus polluelos”. Sí Carmen Elena…tengo miedo…otro disparo.. otro.. Siento mi cuerpo algodonado, flotando en la suave penumbra del amanecer, los destellos del sol tenues reverberan en la peinadora, veo el resplandor de otro disparo, hace rato la puerta de la habitación se ha abierto y dos damas solas, solas en la habitación…gritan con terror, horrorizadas, mi cuerpo agujereado y sangrante es introducido en una camioneta, es cuando percibo la voz de un paramédico que dice: _Señora, este hombre va muerto.

REY
Bajábamos al río todos los días. La pesca era abundante, corronchos, guabinas, y otras veces hasta cangrejos. Yo iba sobre la espalda de mi tío, quien es buen nadador. De regreso también recolectamos leña de cují, para cocinar, las sombras de la noche cayendo sobre nosotros parecían gnomos  gigantes, yo había oído que eran tan sólo visiones de la gente del pueblo, pero mi abuela aseguraba que en el camino al río, en las noches salían gran cantidad de duendes y que los niños atrapados por ellos ya no podían regresar a su hogar.  Sería eso lo que le pasaría a Rey? mi amigo de la escuela se extravió una tarde, todos en la escuela lo comentaban, me decía entre mí, si voy a su rescate? pudieron ser los gnomos que lo atraparon. Unos días después todos lloraban, Rey apareció en un recodo del riachuelo, su cuerpo tenía flores y las abejas habían hecho en su cuerpo un panal de miel, su rostro era de una alegría intensa. Mientras lo conducían en un ataúd blanco, yo sabía que ese no era él, lo adiviné, porque un lorito nos siguió por todo el camino y hoy de regreso, en la tarde nublada y oscura, lo ví sentado con los gnomos en un recodo del riachuelo.


TINGLADO DE ROSTROS
Cuentos.                                                                           
Autor: William Villanueva. 

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