FRANCISCO DE MIRANDA Y EL CANAL DE PANAMÁ
FRANCISCO DE MIRANDA Y EL
CANAL DE PANAMÁ
Viajero ilustrado
Don Sebastián Miranda Ravelo llegó a Caracas, Capitanía
General de Venezuela en 1740. Provenía de las Islas Canarias. Era comerciante,
vendedor de telas. Pero un día como suele ocurrir con los caballeros andantes,
conoció a la bella muchacha caraqueña de descendencia portuguesa Francisca
Antonia Rodríguez Espinoza, de quien luego se enamora y más tarde se casaron en
1749.
Ambos formaron el hogar y de ese matrimonio que duró 30 años
nacieron sus hijos 1) Sebastián Francisco, 1750; 2) Ana Antonia, 1751; 3) Rosa
Agustina, 1752: 4) Micaela Antonia, 1753; 5) Miguel Francisco, 1754; 6) Javier,
1755; 7) Francisco Antonio, 1756; 8) Ignacio José, 1757; 9) Josefina Maria,
1760 y 10) Josefina Antonia, 1764.
El niño Sebastián
Francisco, quien a posteriori sería precursor de la independencia de Venezuela
y de Hispanoamérica, concurre a su escuela primaria hasta los 12 años en el
Real Colegio Seminario de Caracas, donde obtuvo su título de sexto grado en
1762. Más tarde culminó su bachillerato en la Real Pontífice Universidad de
Caracas en 1764, adquiriendo conocimientos humanísticos, incluyendo algunas
nociones elementales de idiomas extranjeros. Tiempo después los perfeccionó en
el Viejo Continente.
En 1770 Miranda tenía sus
20 años, cuando a su padre lo designaron como capitán de los fusileros de la
Compañía de los Blancos Isleños, lo que trajo como consecuencia el descontento
y el repudio de parte de algunos llamados Patricios de la Capitanía General de
Venezuela y miembros del Cabildo de Caracas, quienes en su mayoría eran
mantuanos (grupo social de buena posición económica) que consideraban a los
isleños como gente no grata por su oficio y por lo que no eran dignos para
ejercer estos cargos.
El ambiente, lleno de
problemas políticos y sociales reiterantes en esta colonia española de aquellos
días, incomoda al joven Miranda y por ello decide abandonar su país, hermanos y
amigos. Se va para España la tierra de su padre en 1771. Más nunca sus padres
lo volverán a ver. Durante su estancia en Europa fallece su padre el 1º de
junio de 1791, pero de la muerte de su madre no tenemos la fecha precisa.
La mayoría de los países
que el precursor recorrió eran de tradición protestante, tales como Inglaterra,
Alemania, Holanda, Suiza, Australia, Dinamarca, Noruega, Norteamérica, entre
otros. Por lo que sus proyectos universales fueron influenciados en ese
ambiente cultural protestante, donde los principios de libertad individual e
igualdad fueron vertidos por la pluma de los reformadores del siglo XVI en beneficio
de la humanidad, dos siglos antes de la Revolución Francesa (1789).
Además, muchos de los
libros con los que Miranda llegó a documentarse de la realidad de su época,
eran considerados prohibidos por la Iglesia de Roma. En su mayoría eran obras
de los filósofos franceses denominados enciclopedistas o ilustrados, quienes
renegaron del dogma católico por el abuso de poder y de corrupción del Gobierno
francés, que con la misma situación del libertinaje y de inmoralidad caía y
participaba la Iglesia Católica Romana y Vaticana de Francia. Por lo que los
ideólogos franceses (Diderot, Voltaire, Rousseau y otros) comenzaron a publicar
una serie de artículos contra la fe histórica del cristianismo en 1751, y estas
publicaciones fueron prohibidas en 1759. Así que cuando Miranda llegó a Europa
todos estos escritos ya se habían suprimido.
En consecuencia de todo
esto surgió la Revolución Francesa (1789), fraguada en el humanismo ateo y que
a su vez ocasionó el liberalismo ateo en el catolicismo romano. Debido a esta
razón, cuando Miranda retornó a Venezuela en 1806 en su intento de liberarla
del imperio español, los clérigos católicos consideraban que era ateo y traidor
al Rey Carlos III de España. En verdad, nunca fue ateo y tampoco religioso en
el sentido de que no participó con la ideología romanista dominante de su
época.
No obstante, sobre éste, el más universal de los venezolanos
se ha escrito muchas obras literarias. Inclusive se han escrito tesis de
doctorado en historia en relación con su vida; pero tampoco se ha dicho entre
otras cosas como por ejemplo su vinculación con el protestantismo evangélico de
la época, ya que en ese ambiente europeo se proyectó su visión. En este breve
ensayo, entre los demás datos de la historia que ya conocemos como su
participación en la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos de América
y la Revolución Francesa, analizaremos nuevas investigaciones suministradas en
la historia contemporánea de Venezuela.
Cuando el águila cantó en su mástil por Venezuela
“Juro ser fiel al libre pueblo de Sur América, independencia
de España, y servirle honesta y lealmente contra sus enemigos y opositores y
observar y obedecer las órdenes del supremo gobierno de este país legalmente
constituido y a las órdenes del General y Oficiales superiores a mí”
Francisco de Miranda,
Jacmel, Haití, 24 de marzo de 1806.
Sobre la bandera que trajo Miranda desde Haití en el buque
“Leander” con la tripulación extranjera, con un buen equipado de 18 cañones y
más de 30 piezas de artillería, existe actualmente mucha discusión en la
historia de Venezuela.
No sabemos verdaderamente cuál es la bandera que traía. Se
cree que traía muchos estandartes para cada ocasión. No hay prueba que nos
garantice y resuelva este problema, ya que el precursor de Hispanoamérica no
dejó escrito en ningún documento. No obstante, la mayoría de los historiadores
aceptan la que conocemos como tricolor patrio sea este el que se acerca más en
su confiabilidad.
El estandarte que utilizó el primer movimiento emancipador
en 1797, como símbolo del pendón sagrado en honor de la patria contenía cuatro
estrellas, puestas sobre una franja horizontal azul, representando a las
provincias de la antigua Capitanía General de Venezuela en el centro (Caracas,
Cumaná, Guayana y Maracaibo); y además, había un sol resplandeciente colocado
allí, que expresaba el mensaje de la libertad, igualdad y justicia desde el
altar de la patria; y así mismo los cuatro colores primarios de arco iris,
amarillo, blanco, rojo y azul en cuatro franjas verticales significando las
cuatro clases existentes en la Venezuela colonial: blancos, pardos, negros y
pueblos autóctonos u originarios.
Esta bandera original nunca llegó a cumplir su misión de
protagonismo emancipador. Fue hasta cuando apareció Don Francisco de Miranda
que dio a conocer el emblema sagrado de la patria con todo su esplendor en el
mástil principal del buque “Leander” en la rada de Jacmel (Haití), el 12 de
marzo de 1806. Aunque verdaderamente el pabellón nacional fue izada por primera
vez en las costas venezolanas de Ocumare de La Costa (Estado Aragua) el 27 de
abril de 1806 y luego en el fortín de San Pedro y San Pablo de La Vela de Coro
(3 de agosto de 1806); y esta última fecha es la que actualmente se ha
establecido como el Día de la Bandera de acuerdo con el decreto presidencial de
Hugo Rafael Chávez Frías, en 2006 con motivo del bicentenario del regreso de
Francisco de Miranda a Venezuela.
Anteriormente en Venezuela era el 12 de marzo que se había
escogido para celebrar el Día de la Bandera por decreto del entonces Presidente
de la República Rómulo Betancourt, el 3 de julio de 1963. Pero antes que todo
esto, la de saludo y respeto a la Bandera Nacional fue decretado el 22 de junio
de 1942 durante el
Gobierno de Isaías Medina Angarita, con la creación de la
Ley de Bandera, Escudo e Himno Nacional. Para ese entonces la bandera tenía
siete estrellas como lo fue hasta hace poco. Pero las siete estrellas siempre
representaron a las provincias que suscribieron el Acta de Independencia de
1811, las cuales eran Caracas, Cumaná, Barcelona, Barinas, Margarita, Mérida y
Trujillo.
Desde los días del Gobierno Federal (17 de marzo de 1817),
es decir, durante la guerra de independencia, se ha decretado el uso de las
siete estrellas en la franja amarilla a la bandera en armada venezolana. Sin
embargo, la Bandera Nacional siempre ha sufrido modificaciones por las mismas
circunstancias históricas que ha transitado el país.
El Libertador Simón Bolívar en el Congreso de Angostura (hoy
Ciudad Bolívar), promulgó un decreto que en vez de siete debían ser colocadas
ocho estrellas en la bandera en honor a la provincia de Guayana que fue
liberada en 1817.
Este pronunciamiento lo hizo el 20 de noviembre de 1820.
Sobre este tema se ha suscitado la polémica entre algunos historiadores. Dado
que este decreto solamente estuvo vigente hasta 1821. No obstante, notamos en
la historia que en la Villa del Rosario (Cúcuta, Colombia), donde fue convocado
el Congreso General, se firmó el acuerdo de sustituir las “octavos estrellas
azules” por el escudo de Nueva Granada (Venezuela, Colombia y Ecuador), lo cual
permaneció hasta la disolución de la Gran Colombia en 1830.
En términos generales, desde la vida republicana siempre se
ha aceptado las siete estrellas con los mismos colores primarios, salvo en el
período de la revolución federal en donde se admitieron veinte estrellas en la
franja amarilla, representando los estados del país, en Barinas en el 1859. Esa
misma bandera decretada por el Primer Congreso Constituyente del 5 de julio de
1811 fue tremolada oficialmente en el cuartel San Carlos de Caracas y en la
plaza Mayor (hoy plaza Bolívar), el 14 de julio de 1811.
Actualmente la Asamblea Nacional (AN), de acuerdo con la
Gaceta Oficial Número 38.394 reformuló la Ley de Bandera Nacional, Himno y
Escudo de Armas de 1954, el jueves 9 de marzo de 2006, la adición de la octava
estrella al pabellón tricolor para representar a Guayana, según era el deseo
del Padre de la Patria. Esta solicitud fue hecha por el Presidente de la República
Bolivariana de Venezuela, Hugo Rafael Chávez Frías, desde hacía tres meses. De
manera que con esta nueva presentación del emblema nacional esta vez tenemos
ocho estrellas y más el caballo que mira a la izquierda y no para atrás en el
Escudo de Armas, simbolizando el Estado Libre y soberano de la patria grande
que es Venezuela.
Miranda en Ocumare de la Costa
La primera expedición de Francisco de Miranda fue a través
de Ocumare de la Costa entre los días 26, 27, y 28 de abril de 1806. Dicha
población pertenece actualmente al Municipio Costa de Oro del Estado Aragua,
capital de Maracay, situada a 120 kilómetros de Caracas, Distrito Capital, D.C.
Nunca me he olvidado de esta bella ciudad central, Jardín de Venezuela.
Fue allí donde yo llegué por primera vez a Venezuela cuando
venía de Panamá, el 18 de septiembre de 1978, para estudiar teología en el
Seminario Evangélico Asociado. Su distancia es de 43 kilómetros de Maracay,
está rodeada de hermosas playas de la bahía de Cata y de cocoteros, que me hace
recordar mi terruño del archipiélago de AbiaYala o las islas Mulatas en el mar
Caribe panameño. También está cubierta de las Selvas de Rancho Grande, cuyo
nombre no se me olvida por el campamento de las Iglesias Evangélicas Libres de
Venezuela (ADIEL) instalado allí. Así mismo se observa el bello paisaje de los
Valles de Aragua, donde está ubicado el primer parque nacional Henry Pittier,
decretado en 1937 durante la administración Pública del General Eleazar López
Contreras.
Precisamente, Miranda llegó a este lugar en su expedición
libertadora, a bordo de su buque “Leander” con un cargamento de 18 cañones y
una imprenta (comprada en Nueva York, el 30 de enero de 1806) para la
proclamación de la independencia, desde que zarpó del puerto de Jacmel (Haití),
el 28 de marzo de 1806 hacia Ocumare de la Costa. Ese día Miranda cumplía los
56 años de edad y a su vez tenía 35 años de la ausencia de Venezuela. Era
prácticamente una persona desconocida. Además, le acompañaban dos goletas o
flotillas, Bee y Bacchus, adquiridas en la isla de Santo Domingo, con la
tripulación de 200 hombres de nacionalidades extranjeras, incluyendo cinco
impresores: Milles I. Halt, John H. Sherman, Robert Saunders, John M. Elliot y
Henry Ingersolt.
Trató de emancipar a Venezuela y el resto de América del Sur
del imperio español. Entró a las aguas territoriales de Venezuela el día 26 de
abril. El 27 por la noche se preparan para ese desembarco y en ese intento por
la madrugada del día 28 en Ocumare de la Costa fueron sorprendidos y atacados
por los guardacostas españoles con cañones y artillerías. Miranda y su pequeño
ejército trataron de defenderse, pero no pudieron, ya que los buques de la
armada española eran superiores en su equipo militar de lo que él no se
imaginaba.
En ese cruce de cañones Miranda perdió sus dos flotillas que
fueron apresadas. Así mismo sus 60 hombres fueron sentenciados a muerte en
distintas formas y 10 de ellos ahorcados. Según se relata que la mayoría de
estos hombres que llevó
Miranda nunca comprendieron verdaderamente cuál era su
misión por la cual navegaban, dado que ellos al parecer sólo buscaban su
supervivencia, es decir, sueldos.
Todo esto se debía a que el Ejército español acantonado en
Puerto Cabello (hoy Estado Carabobo) vigilaban las costas de Ocumare de la
Costa, por cuanto ya el capitán general realista residente allí, Manuel de
Guevara Vasconcelos había recibido la información por parte del funcionario del
Gobierno español en E.U.A., Marqués de Casa Irujo, que Miranda en su incursión
militar se dirigía a Venezuela.
Así que Miranda y el resto de sus fieles soldados tuvieron
que huir y abandonar a Ocumare de la Costa, refugiándose en las islas
Antillanas inglesas, primero en Grenada, luego en Barbados y finalmente en
Trinidad (24 de junio 1806).
Sobre todas estas circunstancias el precursor de
Hispanoamérica nunca se doblegó ni se desanimó, de manera que esta expedición
por no haber cumplido su propósito no se puede denominar de fracaso ni derrota,
como lo interpretan la mayoría de los historiadores e investigadores. Porque de
lo contrario el no hubiese hecho el siguiente viaje a La Vela de Coro y con el
mismo espíritu visionario que se reflejó en su vida continuó con los planes que
él ya había trazado. Por cuanto tenía mucha fe y puso confianza en el Dios de
la esperanza de que algún día iba a ver libre el Continente Américo-Colombiano.
Comprendemos que lo determinado por Dios en los signos de
los tiempos no se llama fracaso, sino que el hombre debe mantenerse en silencio
para los futuros acontecimientos, eso fue lo que Miranda hizo cuando retomó a
Inglaterra, esperar lo que había de venir, es decir, la Declaración de la
independencia de Venezuela.
Miranda en La Vela de Coro
Miranda y su tripulación después de escaparse en las islas
del Mar Caribe permanecieron allí por un espacio de un mes, es decir, hasta el
25 de julio, para volver al territorio venezolano que le había arrebatado
España.
Esa misión aparentemente imposible algún día tenía que
ceder. Esa “tierra de gracia” llena de perlas y riquezas usurpadas e invadidas
desde un principio por el Almirante italiano Cristóbal Colón en 1498 y los
Reyes Católicos, tenía que ser devuelta a sus propios dueños.
Con esos ideales, Miranda prosiguió su ruta, tras haber
reforzado y reorganizado su operación militar no para invadir a Venezuela como
la interpretan muchos historiadores, puesto que ya estaba invadida desde hacía
300 años, sino más bien para capturar o reconquistar a su patria.
Esta vez Miranda ya no estaba a bordo del Leander con 18
cañones, sino a bordo del Lily con 24 cañones para despistar a las fuerzas
navales españolas. Eran 500 hombres que en esta ocasión le acompañaban en ese
viaje las 11 nuevas flotillas: Express, con 12 cañones; Alternative, con 14
cañones; Provost, con 10 cañones; Bulldog, Dispatch, Mastiff, con 2 ó 3
cañones; Trimimer, Comodoro Barry y Sane (¿?).
Después de ocho días de navegación llegaron al Golfo de
Coro, 9 millas a la Bahía de La Vela, el 2 de agosto de 1806; y al día
siguiente, esto es, 3 de agosto, desembarcan en las costas de La Vela de Coro.
Hacen intercambio de disparos al pueblo, para despertarlo y motivarlo, para que
le apoyaran a enfrentar a los realistas. Pero no consiguen a nadie, salvo a
algunos enfermos en sus hogares, niños y mujeres.
La población estaba desolada, la mayoría se marchó y se
refugió en alguna parte. Por no hallar la resistencia de los colonos españoles,
toman el Fortín de San Pedro y enarbolan la enseña sagrada por primera vez en
suelo venezolano.
Transcurridas las horas, siendo ya las diez de la noche, se
dirigen al oeste de La Vela, que es la ciudad de Coro donde continuaron izando
la bandera tricolor con todo su fulgor. Allí estuvieron diez días entre el
puerto de La Vela, localizada a 12 kilómetros de la ciudad de Coro.
Por no lograr el apoyo de la gente, retornan a La Vela por
la madrugada (10 de agosto de 1806). Siendo ya la noche del día 13, se preparan
de nuevo para reembarcar y se despidieron de La Vela el 14 de agosto. Navegaron
otra vez hacia las islas del Caribe, llegando a Aruba el 19 de agosto y zarparon
a Barbados el 27 de septiembre. Un mes y cinco días duró su viaje a Aruba, es
decir, hasta el 1º de noviembre cuando llegó a su puerto. De allí otra vez se
fue de viaje a Trinidad y llegó el 9 de noviembre, donde estuvo hasta que
regresó definitivamente a Londres en diciembre de 1807, es decir, más de un año
permaneció en dicha isla caribeña.
De esta manera los hechos de la historia confirman a la
burguesía venezolana como una “élite de cómplices” formada por la nobleza
criolla que rechazaba el concepto de independencia y que esa idea la sembró en
la conciencia de las masas populares, ya que era dueña de muchas propiedades
donde generaba la economía. Prácticamente era amo de Venezuela. Así que el
pueblo generalmente dependía de esos pequeños ingresos y a su vez estaba
supeditado a su sistema político. Y además, el Obispo de Mérida, Santiago
Hernández Milanés (1750 – 1812) mantenía al pueblo con la opresión espiritual
que “éste tal Miranda” era ateo y enemigo de Dios y que el Rey Carlos III
actuaba por derecho divino, por lo que era un hereje e infiel y prófugo de la
Inquisición española. Tal inquisición fue instalada en los días del Papa Sixto
IV en 1478. Era un tribunal disciplinario de represión, de tortura y de
ejecución a la hoguera para los que no se sometían al dogma católico. Aunque
este Tribunal Supremo llamado por la historia equivocadamente como Santa
Inquisición data de la Edad Media cuando fue autorizada por primera vez en el
período papal de Alejandro III en 1163.
Miranda, 19 de abril de 1810
“Caraqueños, otra época empieza..” (D. Andrés Bello,
humanista y gramático venezolano, 1781-1865).
Estas palabras se referían a los sucesos pocos días después
del 19 de abril de 1810. Históricamente se conoce esta fecha patriótica como
Declaración de Independencia de Venezuela. Sin embargo, no se llevó a efecto
tal declaración desde el punto de vista jurídico, sino hasta el 5 de julio de
1811, el día en que se firmó el Acta de la Independencia. Este importante gesto
ocurrido es el primer paso que da el Cabildo de Caracas cuando destituyeron al
capitán general de la Provincia de Venezuela de aquel entonces, Vicente Ramón
Emparan, quien había sido antes gobernador de Portovelo (costa caribeña de
Panamá) en 1789, lo que luego conduciria el proceso independentista de 1811.
En este sentido, es correcta su interpretación de que fue
una prefigura o prehistoria sobre los eventos del futuro. Precisamente, eso es
lo que observamos en esta escena histórica. Las diversas manifestaciones
públicas ocurridas en el Cabildo de Caracas tras el depuesto Rey de España
Fernando VII, (tras la invasión de la nación ibérica en 1808 por parte de
Napoleón Bonaparte de Francia) indicaban una señal evidente de que hasta allí
llegaba la Venezuela colonial.
Esta antigua Capitanía General de Venezuela (Caracas,
Cumaná, Guayana, Maracaibo y las islas de Margarita y Trinidad), título
territorial concedido por el Rey de España Carlos III en 1777, se encontraba en
contradicciones y profundas divisiones en cuatro sectores, a saber: 1) los
blancos peninsulares (españoles de las islas Canarias), quienes controlaban
todo el sistema político y era un grupo minoritario, racista 2) los
mantuanos, conocidos también como los blancos criollos (nacidos en Venezuela y
América), los cuales eran grandes productores y propietarios de café, cacao,
ganadería, entre otros, cuya fuerza laboral no tenía mayor progreso y su
desarrollo era muy decadente por los intereses y monopolios impuestos por
España; 3) la nobleza, pertenecía a la clase criolla, herederos y ricos de
nacimiento, tales como Simón Bolívar, José Félix Ribas y otros que provenían de
la clase media y en su vida cultural había repercutido enormemente los ideales
de la Revolución Francesa, nacionalista y espíritu patriótico; 4) y los
pardos, negros, mestizos, mulatos y pueblos originarios que formaban la
población numerosa, pero sin privilegios y favor alguno y este último grupo lo
llamamos en teología autóctona latinoamericana y caribeña los ausentes de la
historia, excluidos y subcultura. Y además, nunca olvidemos, siempre tengamos
en cuenta que en toda la sociedad venezolana, al igual que el resto de
Latinoamérica la ideología romanista repercutía en su ámbito cultural como lo
es actualmente. La Iglesia Romana se oponía al pensamiento progresista. Desde un
principio persiguió a Miranda en España. Cuando Cristóbal Colón llegó a
Venezuela en su tercer viaje por las costas de Macuro en el oriente del país (2
de agosto de 1498 ó 1499) a la que llamó “Tierra de Gracia”, su territorio fue
repartido en el siglo XVI y convertido en negocio de este mundo mediante el
sistema de encomiendas hecho por el Papa Alejandro VI a los Reyes Católicos.
Así estaba la situación y la crisis en la Venezuela
colonial, envuelto en ello todos estos problemas sociales, políticos, económicos
y religiosos. Dado que no existía consenso general en cuanto a la emancipación
de Venezuela.
Transcurridas las horas, al anochecer las autoridades
venezolanas establecieron un nuevo gobierno escogiendo a los dos alcaldes José
de Llamozas y Martín Tovar Ponce como presidentes del Cabildo y Ayuntamiento de
Caracas. Con estos nuevos directivos y demás oficiales electos quedó conformada
la Junta Conservadora de los Derechos del Rey Fernando III, es decir, defendían
la Monarquía española aparentemente. Pero solamente duró poco tiempo hasta que
definitivamente fue consolidada la proclamación de la independencia de
Venezuela el 5 de julio de 1811.
Cuando todo esto sucedía Miranda se encontraba en
Inglaterra. Desde que volvió en 1807, dedicado a su trabajo de escritor
editando el periódico “El Colombiano”, para informarle al Viejo Mundo toda la
injusticia y el genocidio que la Corona española cometía en el Nuevo Mundo. Se
sostiene que su última publicación fue el 15 de mayo de 1810.
Miranda de vuelta a Caracas (13 de diciembre de 1810) desde
que Andrés Bello, Simón Bolívar y Luís López Méndez le visitaran en Londres en
misión diplomática a favor del proceso de la independencia de Venezuela y de
Suramérica.
Luego vemos a Miranda enarbolando el Pabellón Nacional que
él mismo había diseñado en 1806 en la plaza Mayor de Caracas (hoy plaza
Bolívar). En dicho evento realizado con motivo del primer aniversario de la
gesta revolucionaria del 19 de abril de 1810, Junto con la multitud que le
acompañaba, al ritmo de la canción de Caracas de la letra de Vicente Salías y
del músico Juan José Landaeta.
Hoy se conoce como el Himno Nacional de la República
Bolivariana de Venezuela “Gloria al bravo pueblo” decretado el 25 de mayo de
1881 por el presidente Antonio Guzmán Blanco. Sin embargo, las últimas
investigaciones sugieren que la letra de este himno perteneció a Andrés Bello y
la música de Lino Gallardo, pero en todo caso aún no es oficial.
Miranda, 5 de julio de 1811
“Solo siendo un país independiente nos ganaremos el respeto
y el apoyo de otros Estados” (Francisco de Miranda, en el Primer Congreso de la
República de Venezuela, 1811).
La Junta Suprema de Gobierno constituido en el Cabildo
Municipal de Caracas (19 y 24 de abril de 1810) con sus dos presidentes y
veintiún vocales y las demás autoridades civiles y militares, era autonomía
propia que buscaba Venezuela. Por lo que verdaderamente la primera fundación de
la República se inicia a partir del 5 de julio de 1811.
Desde un principio, el Congreso Constituyente ya estaba dividido
por dos sectores: el oficialismo y la oposición. El grupo que lideraba
Francisco de Miranda y la Sociedad Patriótica exigían la independencia de
Venezuela del “yugo español”, a quienes llamaremos el oficialismo y partidarios
de un nuevo Estado libre y soberano. Entre tanto había otro grupo que vacilaba
y asumían pasiones políticas en tolerancia para con los españoles y por lo que
se mostraban indecisos para apoyar la causa revolucionaria. A estos individuos
se les conoce en la historia como los “mantuanos”, que eran descendientes de
los blancos peninsulares, aunque en un principio, aparentemente deseaban la
ruptura definitiva con este enclave colonial.
A esto, en cierta ocasión el Libertador Simón Bolívar les
refirió: ¡Vacilar es perderse! A estos “mantuanos” no les agradaba Miranda,
incluso el “Nuevo Gobierno” instalado un año antes estaba controlado por ellos.
Sin embargo, el Congreso constituyente reunido del 5 de julio de 1811, siempre
consiguió el apoyo de la mayoría a favor de la declaración de la independencia
de Venezuela. Se firma el Acta de Independencia a la que Miranda también firma
y se adopta el emblema nacional, la misma bandera que Miranda alzó en La Vela
de Coro en 1806.
Así comienza la guerra de independencia con las siete
provincias que apoyaron la independencia, Caracas, Cumaná, Barinas, Margarita,
Barcelona, Mérida y Trujillo.
España no podía estar conforme con esta declaración de
Venezuela. Desde las islas del caribe, Puerto Rico y Cuba, sus fuerzas armadas
acantonadas vinieron sobre Venezuela. En todas las provincias de Venezuela los
españoles y sus sacerdotes realistas se dedicaron a organizar motines y
revueltas contra el surgimiento de un nuevo Estado en la colonia. La ideología
conservadora de la teología dominante, adicta al catolicismo, también influía
en la conciencia del pueblo como una estructura de la sociedad, manteniendo
contra aquellos que los frailes también llamaban “infieles”. En esa situación
difícil y comprometedora para la Nueva República se encontraba el Cabildo de
Caracas, débil y desorganizado en toda su coyuntura social y política, dado que
dentro de la Junta Suprema de Gobierno dominaban las contradicciones e ideas
contrarrevolucionarias de parte de los “mantuanos”, al igual que los blancos
peninsulares, nefastos en sus pensamientos.
Con esa ideológica confusión la Junta Suprema local escogió
a Marqués del Toro (Francisco Rodríguez del Toro) como encargado de enfrentar a
los realistas que se alzaron en Coro, al igual que Maracaibo y Guayana de no
reconocer la proclamación emancipadora.
Se equivocaron al confiarle el Ejército de la República a El
Marqués del Toro (17 de agosto de 1811), que al principio representó la
ausencia de decisiones por su carácter vacilante. Esto fue lo que llevó a su
primer fracaso en Coro y luego en Barquisimeto. Como resultado trajo miedo,
desacato y deserciones en la fila republicana. Posteriormente, el Marqués del
Toro dejó caer a Valencia de sus manos.
En ese estado de sitio, ocurre el terrible terremoto de
Caracas y mueren más de 10 mil personas, a las 4:07 p.m., del 26 de marzo de
1812. Los sacerdotes católicos echaron la culpa a los patriotas por la guerra
de independencia y que esto era un castigo de Dios por desobedecer a la
Monarquía española. Pero el Libertador, habiendo oído esto se subió a la azotea
de la Iglesia de San Jacinto y manifestó lo siguiente: “Sí la iglesia católica
se opone lucharemos contra ella y haremos que se respete la voluntad del
pueblo”. Sobre este lenguaje proverbial del Libertador ha habido varios
comentarios. Hay quienes piensan que se trataba de la Iglesia Católica Romana y
Vaticana por su oposición, otros sostienen que se refería a España que
obviamente representa al catolicismo, sin duda alguna. Sin embargo, hay quienes
se han atrevido a decir que el Libertador era un ateo por estas declaraciones
hechas, pero sabemos por la misma historia que esto nada es cierto, ya que el
Padre de la Patria en muchos de sus incidentes siempre les animó a los
patriotas que si confiaban en Dios obtendrían la victoria.
Por este mal entendido ocasionado las predicas de los
sacerdotes católicos contrarias al movimiento emancipador el nuevo Gobierno
naciente tuvo que expulsar a los arzobispos Coll y Prat.
Miranda, 5 de julio de 1811
Pasado ya el tiempo de esa tragedia, ocasionada por el sismo
de Caracas, la Junta Suprema de Gobierno designa a Miranda como generalísimo de
los Ejércitos de la República (23 de abril de 1812), cuando la nación se
encontraba en su estado crítico y desesperante. A fin de intentar salvar la
Primera República, en sustitución de El Marqués del Toro, que traicionó a la
patria por su cobardía y su espíritu vacilante y aventurero.
A Miranda se le hizo sumamente difícil, puesto que el
Ejército patriota estaba mal formado desde un principio y además reinaban las
divisiones internas entre los dirigentes principales del Cabildo de Caracas,
especialmente por los
“mantuanos”. Otros factores que contribuyeron también
fueron: la injusticia, la poca voluntad política, la ambición, la intriga y la
desconfianza en el Gobierno de la Junta Suprema.
Así que no pudo hacer nada por salvar la República, aunque
ganó la batalla en Valencia, pero perdió Puerto Cabello, sacrificando a muchos
soldados. No tuvo apoyo del Gobierno central. De manera que Miranda no halló
otra alternativa que negociar y firmar el armisticio (acuerdo de paz) con el
jefe realista Francisco Monteverde en San Mateo (hoy Estado Aragua), el 25 de
julio de 1812. Esta historia se conoce como caída de la Primera República,
ocurrida el 6 de julio de 1812.
Proyecto Mirandino del Canal de Panamá
Entre los años 1785-1789, estando en Rusia presentó a la
Emperatriz Catalina II uno de los proyectos de la construcción del canal
inter-océanico en el istmo de Panamá. Sobre este tema poco conocido en relación
con la vida de Miranda, últimamente se ha hecho mayor énfasis en las
investigaciones modernas.
Precisamente, con motivo de los 255 años del natalicio de
Miranda (1750-1816), la destacada historiadora venezolana Dexy Rodríguez ha
dicho lo siguiente: “Más de cien años antes de la inauguración del Canal de
Panamá, Francisco de Miranda recorría los países más ricos de la época en busca
de financiamiento para lograr la proeza de unir los dos océanos a través de un
paso por Centroamérica”.
Miranda pensaba que con éste proyecto cubriría nuevas rutas
comerciales con China y el resto de las naciones del Viejo Continente. Y
además, con este sistema de navegación por los Océanos Atlántico y Pacífico
facilitaría el libre acceso para atravesar los Andes en el caso de una nueva guerra
de independencia o de algún conflicto internacional.
En cierta ocasión se reunió con el primer Ministro de
Inglaterra William Pitt (14 de febrero de 1790) para hablarle de ese proyecto,
pero éste no le dio importancia, puntualizó la historiadora.
Sus ideas en verdad fueron elevadísimas y por esto es
considerado en la historia como el hombre de mayor proyección universal.
Después de un siglo notamos que estas ideas se hacen realidad cuando los
franceses comenzaron a construir el canal en el Istmo de panamá el 10 de enero
de 1880 y concluido posteriormente por los norteamericanos el 15 de agosto de
1914, cuyo costo fue de 387 millones de dólares. El primer barco que inauguró,
es decir, que hizo su travesía en esa fecha uniendo los Océanos Pacífico y
Atlántico fue el vapor Ancón de 10 mil toneladas.
Dicho nombre proviene del emblemático cerro Ancón que
engalana el emporio turístico de la ciudad de Panamá, localizada en la franja
canalera. La renombrada poetisa panameña Amelia Denis de Ycaza le dedicó en sus
versos y muy declamado por los estudiantes istmeños durante la ocupación
norteamericana: “Ya no eres mía cerro Ancón”. Así mismo el destacado poeta
panameño Mateo Iturralde en su canto a Panamá exclamó “Yo no vendo a mi
patria”.
Actualmente el Canal de Panamá se encuentra en la etapa de
modernización. En los años de mi vida estudiantil en la década de los setenta
del siglo pasado siempre escuchaba en los foros de la Universidad de Panamá que
esta vía marítima internacional se iba a volver obsoleta para el siglo
venidero, XXI. Precisamente estamos en lo cierto. Los administradores y los
ingenieros de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) lo han confirmado en estos
últimos años.
Cada vez más se piensa en una vía alterna. Transitan por
este tráfico acuático mundial aproximadamente unos trece mil buques anualmente.
En estos últimos tiempos los altos niveles de tránsito, es decir, los barcos
más grandes que se han construido en este siglo XXI han hecho difícil su paso
por esta vía interoceánica por lo que los han desviado hacia la ruta conocida
como el Cabo de Buena Esperanza y debido a ello el gobierno panameño ha tenido
la pérdida de ingresos millonarios en dólares.
Y por lo que, en este momento ha originado el nuevo proyecto
de ampliar la entrada del Canal de Panamá, ensanchar el Corte Culebra y crear
la tercera esclusa, además de las dos que ya existen: esclusa de Gatún y
esclusa de Miraflores.
También se ha propuesto crear un Megapuerto de las Américas
para solventar este problema, ya que todo esto ocasiona una cuantiosa
millonaria al Estado panameño.
De igual modo se estudia un nuevo Canal de Panamá, parecido
al de Suez, con una longitud de 98 kilómetros y 200 metros de anchura, que
atravesaría 58 kilómetros sobre el istmo y esto se iniciaría en el oeste del actual
con unos 15 kilómetros aproximadamente. Todo esto facilitaría el mejor servicio
para el paso de los buques normales (Panamax) y los buques más grandes (Post
Panamax) de más de 500 mil toneladas.
Para la modernización de este emporio marítimo de gran
importancia para el comercio mundial se ha tenido en cuenta el estudio de
ingeniería, el impacto del ecosistema, el costo multimillonario, el tráfico de
barcos que afectaría, entre otros.
El Gobierno panameño, norteamericano y japonés son los
encargados de ese proyecto, que tendría en su recorrido terrestre unos 200
metros y en el marítimo unos 400 metros y cuya profundidad sería de 33 metros y
la tierra sería removida en unos 1.800 millones de toneladas. En total dicha
obra terminaría en diez años, con un costo de más de 20 mil millones de
dólares. Sin embargo, los ingenieros y economistas más bien recomiendan que se
construya un Megapuerto de las Américas que consideran que esto sería
aproximadamente de 600 millones de dólares.
En definitiva, el Gobierno panameño convocó al pueblo al
referendo efectuado el domingo 22 de octubre de 2006 sobre la propuesta del
Canal de Panamá con esta pregunta: “¿Aprueba usted la propuesta de la
construcción del tercer juego de esclusas en el Canal de Panamá”?.A este
respecto consultivo el pueblo panameño acudió al sufragio con mucho entusiasmo
y participación, aprobando tal propuesta, la de ampliación del canal
interoceánico con este proyecto valorado en cinco mil doscientos cincuenta
dólares y con esto se cumple una de las insignias que aparece en el Escudo de
Armas: “Pro-Mundi Beneficio”.
Panamá en el pensamiento bolivariano
“El espectro de toda inmensa patria, con pasado, ideas,
cultura, tradiciones, futuro y sueños comunes se encuentra justo en el istmo
articulador y geopolíticamente vial. Allí, en Panamá, se trasladaría la sede
del Congreso Continental, allí, en esas tierras estratégicas tendría que
erigiese Colombo, la capital de Colombia” (María Inés Delgado, Miranda, El
Visionario, 2008).
El Libertador Simón Bolívar (1783-1830), en su “Carta
Profética” de Jamaica del 6 de septiembre de 1815, expuso la siguiente nota:
“Que bello sería que el Istmo de panamá fuese para nosotros lo que el Corinto
para los griegos. Ojala algún día tengamos la fortuna de instalar allí un Congreso
de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir
sobre los altos interese de la paz y la guerra con las naciones de otras partes
del mundo. Esta especie de corporación podrá tener lugar en alguna época
dichosa de nuestra generación”.
El Libertador comparó a Panamá con la ciudad de Corinto,
antigua capital de Grecia (hoy Atenas), cuna de los pensadores clásicos de la
Edad Antigua y puerto marítimo de gran importancia para el comercio y el
sistema de navegación en el Cercano Oriente. Acerca de ese mundo Mediterráneo
la misma Biblia nos aporta grandes conocimientos geográficos respecto de los
viajes misioneros del apóstol Pablo, narrado específicamente en el Nuevo
Testamento.
Para este visionario de América el Istmo de Panamá está en
el centro del globo habitado entre el continente asiático, el continente
africano y europeo. Y por lo que afirmó: “Parece que si el mundo hubiese de
elegir su capital, el istmo de Panamá sería señalado para este augusto
destino”.
Este sueño anhelado del Libertador por ver a Panamá como
zona estratégica para las actividades políticas y comerciales de grandes
proyectos del continente americano, se cumple al cabo de once años con el favor
de Dios como esperaba Bolívar. Luego que él mismo convocara, siendo Presidente
de la Gran Colombia y Encargado del Gobierno del Perú, a esta Magna Asamblea el
7 de diciembre de 1824. Precisamente dos días antes de la batalla de Ayacucho,
en donde se consolidó la independencia de los países suramericanos y se
consiguió la libertad definitiva del “yugo español” en todo el continente
americano (9 de diciembre de 1824).
A este Congreso Anfictiónico de Panamá efectuado desde el 22
de junio hasta el 15 de julio de 1826, fueron invitados por el Libertador: El
Gobierno de Colombia, México, Río de la Plata (Argentina), Chile y Guatemala
(capital de Centro América de aquel entonces). Salvo Panamá ya que pertenecía a
la Nueva Granada. Entre tanto, el Vicepresidente de Colombia Francisco de Paula
Santander y el Presidente de México Guadalupe Victoria sin previo aviso al
Libertador invitaron a países extranjeros, tales como Inglaterra, Estados
Unidos, Brasil y los Reinos de Francia y Países Bajos (Holanda).
El propósito de este Congreso Panameño era lograr la
unificación y confederación de países latinoamericanos, a fin de tener mayor
fuerza y estabilidad económica y diplomática y a su vez para que se convirtiese
en reina de las naciones y madre de las repúblicas y respetada por otras
potencias extranjeras.
El objetivo planteado por el Libertador no se cumplió debido
a la oligarquía reinante de su época entre algunos de sus dirigentes y
caudillos de la guerra de independencia (1811-1821), especialmente por el
movimiento separatista de La Cosiata, conducido por el General José Antonio Páez
en 1826. Y así mismo la diplomacia norteamericana como de costumbre desde un
principio mantuvo su influencia para imponer su objeción contra la unidad de
países hispanoamericanos.
Como consecuencia de todo esto la agresión Norteamericana
comenzó temprano en México al invadirle sus tierras de más de 2.500.000
Kilómetros cuadrados, entre los años 1846 y 1848 por el General Zacharis
Taylor, quién después llegó a ser Presidente de los Estados Unidos. Así se
refleja en la doctrina Monroe (América para los americanos, es decir, América
para Estados Unidos, 1823). El Libertador ya discernía todo esto. Sin embargo,
el proyecto bolivariano de la integración latino-americana y caribeña sigue
vigente en estos tiempos difíciles que vive nuestro hemisferio.
“Los Estados Unidos que parecen destinados por la
Providencia a
plagar la América de miseria en nombre de la libertad”
Simón Bolívar.
Panamá Canal Zone
En París, Francia, en el año 1879 la Compañía Universal del
Canal Interoceánico no gubernamental firmó un acuerdo con la Nueva Granada
(Colombia) para construir el Canal en el Istmo de Panamá, América Central. Un
año después, el 10 de enero de 1880 se iniciaron las excavaciones de tierra.
Dicha expedición estuvo a cargo del conde Fernando de Lesseps (1804-1894), quien
construyó el canal de Suez en 1869 entre Europa y Cercano Oriente.
Al cabo de nueve años, (1889) esta Sociedad Civil
Internacional del Canal Interoceánico no poseía más recursos económicos por lo
que fracasó. Debido a ello se vio obligado a vender sus acciones. Estos
derechos y propiedades fueron comprados por los norteamericanos en 40 millones
de dólares en 1902.
Los documentos fueron firmados por el ingeniero civil,
maestro de obra, Felipe Bunau Varilla y el entonces presidente de los Estado
Unidos de América Teodoro Roosevelt.
Existentes los problemas sociopolíticos entre Panamá y el
poder central de Bogotá, en especial por la zona del canal, por lo que la Nueva
Granada no quería ceder este territorio a la jurisdicción panameña, sino hasta
que se cumplieran los cien años. Esto ocasionó un desacuerdo en ambas partes,
produciéndose una rebelión que en consecuencia la burguesía panameña solicitó
ayuda estadounidense a cambio de 10 millones de dólares por la zona del canal,
con lo que se logró la separación de Panamá de Colombia, el 3 de noviembre de
1903.
Como resultado de esto, los norteamericanos continuaron la
obra en esa franja canalera, permitiéndoles de esta manera su permanencia “a
perpetuidad” en la zona del canal, según el tratado original de 1903, siendo
entonces el Dr. Manuel Amador Guerrero, primer presidente de Panamá, de origen
colombiano.
Once años más tarde fue concluida la construcción del Canal
de Panamá, el 15 de agosto de 1914. Desde entonces el Gobierno norteamericano
ha instalado sus 14 modernas bases militares hasta la estipulación del tratado
de Torrijos-Carter de 1977. En 1946 durante el Gobierno de Ricardo de La
Guardia Washington estableció la Escuela de las Américas, la cual dio mayores
aportes en la formación de la carrera militar a los jóvenes en nuestro
continente latinoamericano y caribeño. En 1963 por primera vez en la política
internacional el presidente de E.U.A., John F. Kennedy reconoce el principio de
la soberanía sobre la zona del Canal de Panamá durante el gobierno de Roberto
F. Chiari (1960-1964).
El 11 de octubre de 1969 el General de Brigada, Omar
Torrijos Herrera, da el golpe de Estado contra el presidente constitucional,
Dr. Arnulfo Arias Madrid, del Partido Panameñista o “Arnulfista” cuando éste se
encontraba en Cancún (México). Torrijos con su consigna política “yunta, pueblo
y gobierno” llega al poder con un mensaje nacionalista y de profundo
patriotismo. Recuerdo algunos de sus destacados discursos: “Si caigo, cojan la
bandera y sigan adelante”; “Nunca de rodillas, siempre de pie”; “No quiero
entrar en la historia, sino en el canal”, entre otros.
Finalmente, el 7 de septiembre de 1977, el presidente de
E.U.A. Jimmy Carter y el General Torrijos ante la Asamblea General de las
Naciones Unidas (ONU) firman un tratado que sustituye el original de 1903 y
provee el traspaso del Canal de Panamá en forma progresiva a partir de 1979.
Actualmente Panamá administra su propio canal con 147.000 hectáreas, 94.000
hectáreas de profundidad, 824 kilómetros de extensión y con una franja de 17
kilómetros a ambos lados.
“MonDieu, La Republique estblessé au coeur”
Estas fueron las palabras pronunciadas por el generalísimo
Francisco de Miranda en el idioma francés y traducidas a la lengua castellana:
¡Dios mío, la República está herida en el corazón!
Estas inmortales exclamaciones quedaron en la memoria de la
historia de Venezuela con respecto de la pérdida de la Primera República en
1812 en Puerto Cabello ante los realistas comandadas por un experto militar de
España, de nombre Domingo Monteverde, quien tenía dos años prestando sus
servicios militares en Puerto Rico y llega a Venezuela, entrando por la ciudad
de Coro para reforzar el dominio español durante la guerra de independencia.
Existían muchos rencores desde un principio en la revolución
independentista. A Miranda le miraron feo los mantuanos desde que regreso de
Inglaterra a su patria como un gran caudillo y aclamado por el pueblo en las
avenidas principales de Caracas, el 13 de diciembre de 1810.
Había un enorme desprecio y despotismo guardados en los
corazones de algunos patriotas, por ejemplo, Juan Germán Roscío, quien fuera
abogado y redactor del Acta de la Independencia, fue detractor de Miranda y le
propagó la mala fama para que no le apreciaran.
Así mismo, se guardaban en los documentos oficiales de la
República los viejos problemas suscitados en relación con su padre, Don
Sebastián Miranda Ravelo, que fue designado como capitán en 1769, por el
nombramiento hecho por el señor Gobernador de la Provincia de Venezuela, D.
José Solano y Bote y luego defendido por el Rey de España, Carlos III, y por lo
que un grupo de mantuanos del Cabildo de Caracas lo rechaza.
En medio de todas esas luchas sociopolíticas de una
Venezuela dividida por las ambiciones del poder, al igual que en el día de hoy,
Miranda no se sintió derrotado y siguió adelante con sus proyectos de ver su
patria libre de las fuerzas extranjeras.
Recién llegado a su tierra nativa ocupó el puesto de
teniente general de los Ejércitos, titulo conferido por la Sociedad Patriótica
y a su vez más tarde sería presidente de la misma, y después se convertiría en
diputado por El Pao, el 22 de junio de 1811, en el primer Congreso
Constituyente.
En esta situación de la Venezuela colonial, debilitada y sin
fortaleza ante los realistas, entre algunas hazañas ganadas como la de
Valencia, cae la Primera República, con un país sin recursos económicos ni
armamentos, rodeado de traidores Pedro Gual, Tomás Montilla y otros, y a su vez
devastado por el terremoto de Caracas, ocurrido en 1812, en el que murieron más
de 10 mil personas.
Por lo que la capitulación se firma con el jefe realista
Monteverde, en San Mateo el 25 de julio de 1812, con la garantía de que se
respete la vida y la dignidad, tanto de los prisioneros como de los ciudadanos,
lo cual no se cumplió por el Ejército español.
Miranda, al día siguiente, el 26 de julio, decide viajar a
Cartagena para entrevistarse con el prócer colombiano Antonio Nariño en procura
de ayuda económica y militar para proseguir la guerra contra la corona española.
Pocos días llega al Puerto de La Guaira y el otro patriota,
Manuel María de las Casas, comandante militar de esa jurisdicción, le da la
hospitalidad en su casa sin saberlo que era su enemigo y espía de Monteverde,
entre tanto, Miranda esperaba para abordarse en el buque inglés Sapphire, al
otro día.
En la madrugada del 30 de julio de 1812, como a las tres
despertaron y detuvieron a Miranda por un grupo de oficiales de alto mando
militar, entre los cuales se encontraba el coronel Simón Bolívar. Cuando
Miranda siente esa traición por parte de sus supuestos amigos patriotas,
exclama: ¡Bochinche, bochinche, esta gente no sabe hacer, sino bochinche!
¡Bochinche, bochinche, esta gente no sabe hacer, sino
bochinche!
Estas son las palabras que escuché por primera vez, dichas y
repetidas varias veces por el historiador Miguel Ángel Villarruel, en el
Auditorio Ambrosio Oropeza de la UniversidadCentroccidental “Lisandro Alvarado”
(UCLA) de Barquisimeto, Venezuela, con motivo de la conmemoración del natalicio
de Sebastián Francisco de Miranda en su bicentenario. Esta fue la razón que me
motivó a estudiar e investigar la vida del generalísimo Francisco de Miranda.
Esta frase proverbial dicha por Miranda me recuerda una de las siete oraciones
de Cristo sobre la cruz, pidiéndole a su Padre celestial perdón y misericordia
por los que le estaban maltratando, porque no habían entendido estos verdugos
su gran misión salvadora
(Evangelio de Lucas 23: 34). Así trataron lamentablemente el
generalísimo y precursor de la independencia de Hispanoamérica.
Como veníamos diciendo, posteriormente estos enemigos
patriotas le entregan el prisionero Miranda a Monteverde y ellos huyen del
país, incluyendo a Simón Bolívar, el 27 de agosto de 1812; y así mismo se
nombra en la historia a José Félix Ribas, entre otros.
Esta vez Miranda se encuentra en las bóvedas de La Guaira
(hoy Estado Vargas) amarrado los pies con las cadenas y los grillos como si
fuera un perro, maltratado y con mala alimentación.
En 1813 del mes de enero el Precursor de Hispanoamérica es
llevado al castillo San Felipe de Puerto Cabello. Ante el temor que presentían
los realistas por la Campaña Admirable que se inició desde la Nueva Granada,
trasladan a Miranda a la Fortaleza del Morro, en San Juan, Puerto Rico (isla
del Caribe), en junio de 1813. Dado que los realistas se imaginaban que en
cualquier momento
Miranda se escaparía. Por lo que los realistas sentían el
temor de ese reo que consideraban sumamente peligroso. Por su condición
deplorable e inhumana que veían, en Puerto Rico le quitan las cadenas y los
grillos. Esta vez le atienden bien, le brindan bienestar, se divierten
y conversan con él sobre su odisea. Finalmente, por orden de
las autoridades de esa isla caribeña fue llevado a Cádiz, España, donde
permaneció dos años como preso político, tratado equivocadamente como traidor a
la patria por la capitulación de San Mateo por otros republicanos que fueron
sus amigos. Seguramente estando en esa prisión se acordaba de su primer viaje a
ese puerto que había hecho en su juventud viniendo de Venezuela como un
aventurero en busca de una sabiduría, de Sara Andrews, quien fuera la madre de
sus dos hijos, cuando tocaba flauta y piano en la Iglesia Reformada de
Inglaterra (congregación anglicana), entre otros. Escribió muchas cartas a sus
amigos para que abogaran por él ante el Rey Fernando VII a fin de que le
hicieran la justicia. Creyó ser liberado pero nunca consiguió ese beneficio.
Después de todo esto enfermó de apoplejía (suspensión de algunas funciones
cerebrales) y murió con un espíritu alegre y con una gran esperanza, confiando
en Dios dador de la vida el 14 de julio de 1816, como un héroe por la causa
independentista y hasta su nombre quedó registrado en la Torre del Triunfo de
Paris, Francia, para el testimonio de su vida como símbolo cultural y
patrimonio de todas las generaciones de la juventud estudiosa y amante de la
patria.
A modo de resumen diremos, que todas las expectativas que
Miranda tuvo al principio sobre la independencia de Venezuela no se le realizó
y por lo que no se puede llamar fracaso, sino al contrario, fueron los
contratiempos que proceden del Dios de la historia (I Reyes 12: 24) para su
fiel cumplimiento en los designios de su soberanía absoluta, como ya lo sabemos
que a posteriori todo se efectuó en ese gran hombre, Visionario y Precursor de
Sur América.
Epílogo
1. Generalísimo Francisco de Miranda Ravelo, nace en la
Capitanía General de Venezuela, Caracas, hoy Distrito Capital, DC, el 28 de
marzo de 1750.
2. Era el primogénito de los diez hijos (5) e hijas (5)D
Sebastián de Miranda Ravelo, oriundo de las islas canarias (España), y de Doña
Francisca Antonia Rodríguez Espinoza, de nacionalidad venezolana, nacida en Caracas,
de padres inmigrantes portugueses.
3. El niño Miranda es bautizado conforme con el dogma
católico, en la Iglesia Catedral de Caracas, el 5 de abril de 1750.
4. Hasta los doce años concurre su escuela primaria en el
Real Colegio Seminario de Caracas, en 1762. En ese mismo año sus padres se
mudan a su nueva casa, situada en la “Divina Aurora” (hoy es la esquina de Padre
Sierra a Bolsa, cerca del antiguo Congreso de la República, es decir, la actual
Asamblea Nacional, AN.
5. A los catorce años de edad estudia Artes (bachillerato)
en la Real y Pontificia Universidad de Caracas, en 1764.
6. El Rey de España, Carlos III, le designa a su padre el
cargo de Capitán de Batallón de Blancos de inmigrantes canarios, el 12 de
septiembre de 1770.
7. D. Sebastián de Miranda es una persona no grata entre la
población criolla de Caracas. Por lo que su hijo Francisco de Miranda, de
apenas veinte años de edad decide abandonar a Venezuela y hacer un largo viaje
a Europa, especialmente a Cádiz (España) y luego a Madrid, la capital española,
y se embarca en el puerto de La Guaira (hoy Estado Vargas) en el buque sueco
Príncipe Federico, el 25 de enero de 1771.
8. Al cabo de dos meses se desembarca en ese barco velero en
el Puerto de Cádiz (1 de marzo de 1771) y luego salió de allí (14 de marzo) y
llegó a Madrid (28 de marzo), precisamente era la fecha de su cumpleaños, de
veintiún años de edad.
9. Durante la estancia en Madrid en 1772 comienza a formar
su biblioteca y se compra numerosas obras clásicas de distintos filósofos e
ideólogos europeos y entre las cuales también se encontraba la Biblia de la Versión
Royaunmont (esto es muy importante que para los hombres y mujeres de principios
y bien educados que no falte en su armazón de libros la Sagrada Escritura).
10. Una vez adquirida su nacionalidad española (1772) se
incorpora en el Ejército español. Se siente tan español y por lo que el Rey
Carlos III le nombra Capitán y desempeña el puesto de la Corte de la Princesa, en
diciembre del mismo año.
11. Entre algunas de sus hazañas militares sobresalientes le
vemos en Marruecos (norte de África) a favor de España, en diciembre de 1774 y marzo
de 1775.
12. En una nueva expedición, franco-española de nuevo le
vemos en la batalla naval del Mar de las Antillas, en defensa de la isla de
Cuba contra las fuerzas inglesas (28 de abril de 1780), en calidad de ayuda al
General Juan Manuel Cagigal, Gobernador de dicha isla caribeña, en ocasión de
la Guerra de Independencia de Estados Unidos.
13. Miranda es ascendido a Teniente Coronel por derrotar a
los británicos y capturar a la fortaleza de Pensacola en el occidente de
Florida (E.U.A.) en la Guerra de Independencia, en 1781. Y en ese mismo año
comienza verse en él su verdadero espíritu revolucionario y precursor y se le
aclara la visión completamente, al tener compromiso con su tierra que le vio nacer
y con el resto de Hispanoamérica.
14. El 1 de junio de 1783 deserta del Ejército español al
que sirvió unos diez años. Desde Cuba fue protegido y defendido por el Mariscal
de Campo, Juan Manuel Cagigal, de falsas acusaciones de contrabandista por
parte del Rey Carlos III de España y de la Iglesia Católica Romana y Vaticana
de España, viaja a Estados Unidos de Norteamérica. Seis meses después, es
decir, el 9 de diciembre del mismo año se entrevista con el prócer de la
independencia George Washington, en Filadelfia. En total permanece 18 meses en
E.U.A., esto es, hasta diciembre de 1784.
15. Después de estudiar y analizar todo lo sucedido en
cuanto a la Guerra de Independencia de EUA, abandona el suelo norteamericano en
Boston y viaja a Inglaterra, el 15 de diciembre de 1784, en procura de apoyo financiero
y militar, a fin de llevar a cabo la libertad del Continente Américo-Colombiano
del Imperio Español.
16. Un mes y medio duró su viaje en altamar y llegó a
Londres, el 1 de febrero de 1785. En su estancia en la capital inglesa contempla
a Panamá en su visión política como ciudad federal de zona estratégica y
propicio para inversiones financieras a nivel mundial y de fuerza militar,
económica, cultural y diplomática en especial para la unidad Latinoamericana y
caribeña. Más tarde el Libertador Simón Bolívar idealiza esa visión mirandina
en su “Carta Profética” de Jamaica de 1815 cuando convoca el Congreso
Anfictiónico de Panamá de 1826.
17. Solo permanece seis meses en Gran Bretaña y viaja a los
demás países de Europa y Asia. El 14 de febrero de 1787 se entrevista con la Reina
Catalina II de Rusia. Le presenta por primera vez a una dignataria mundial el
proyecto de la construcción del canal interoceánico en el istmo de Panamá. Pero
no consigue ningún apoyo.
18. Tres años después se entrevista con el Primer Ministro
británico William Pitt (14 de febrero de 1790) con el mismo proyecto de la
construcción del Canal de Panamá. Tampoco consigue respuesta alguna.
Posteriormente le escribió otras muchas cartas para presentarle propuestas que
hasta ahora sólo permanecen en los anales de la historia.
19. Así mismo participó en la segunda etapa de la Revolución
Francesa (1792) contra las fuerzas invasoras de Australia y Rusia, que eran dos
potencias en la Europa de aquellos días.
20. Miranda detenido y preso en la Madelonette (Francia), el
2 de diciembre de 1794, por defender la liberación de esclavos en Saint
Dominique (Haití) y, luego puesto en libertad, el 16 de enero de 1795.
21. Miranda retorna nuevamente a EUA después de veinte años
de su peregrinaje en Europa y Asia. Era el 2 de septiembre de 1805 cuando sale
de Londres y llega el 9 de noviembre del mismo año a puerto de Nueva York.
Dicho viaje se debe al aparente fracaso por no haber logrado el apoyo de países
europeos, sobre todo de Inglaterra que no querían ver América Hispana libre del
“yugo español”. Y por lo que llega a la conclusión que esta acción militar debe
realizarse por su propia cuenta y que todos estos esfuerzos hechos no se iban a
quedar en vano. Después se dirige a Washington, capital de EUA (25 de noviembre
de 1805) y al cabo de doce días se reúne con Thomas Jefferson, Presidente de
aquel entonces. En esa entrevista del 7 de diciembre de 1805 le dice al
mandatario norteamericano que necesita su apoyo para la Guerra de Independencia
de Hispanoamérica. Pero tampoco le resulta favorable esa diligencia, ya que EUA
no quiere entrar en conflicto con España.
22. Pasa la Navidad en Washington y decide volver a Nueva
York (29 de diciembre de 1805), pero sin apoyo alguno. Sin embargo, su esperanza
está viva y latente por ver a Sudamérica libre. Se prepara para zarpar del
puerto de Nueva York, (Staten Island) el 2 de febrero de 1806, en el barco
Leander. Llega a las costas de Haití (Jacmel) el día 18 del mismo mes y al día
siguiente (19) ancla su barco Leandro frente al puerto. En total permanece seis
semanas en esa nación antillana. Posteriormente, el 12 de marzo de 1806, iza la
bandera de Colombia en el mástil principal del barco Leander en aquellas costas
de Haití.
23. Miranda durante la fecha de su cumpleaños (28 de marzo)
ordena la expedición desde Haití hasta las playas de Ocumare de la Costa del
Estado Aragua. Llega a Bahía de Ocumare de la Costa el 27 de abril de 1806. Al
día siguiente (28) intenta desembarcar la tripulación para el ataque, pero es
rechazada y respondida por la artillería de los guardacostas de los españoles.
Por no haber capturado a Venezuela se refugia entre las islas del Mar Caribe:
Grenda, Barbados y Haití.
24. A posteriori desembarca en La Vela de Coro (3 de agosto
de 1806) y ondea por primera vez la bandera de Colombia en el suelo venezolano.
No consigue apoyo del pueblo venezolano, debido a que la idea católica dominante
invadía su conciencia, para irse en contra de la Independencia.
Se retira a las islas Antillanas Inglesas (Aruba, Barbados y
Haití), el 13 de agosto de 1806 y allí permanecer desde el 1 de noviembre de
1806 hasta finales de 1807.
25. Desde la isla de Trinidad (1807) se va a Londres. Y en
1810 funda el periódico “El Colombiano”. Ese mismo año recibe en Londres a los representantes
de la Junta de Caracas: Simón Bolívar, Luís López Méndez y Andrés Bello, a fin
de que les ayuden a independizar a Venezuela del dominio español.
26. Miranda, al retornar a su patria fue electo entre los 44
diputados de las siete provincias representadas en el primer Congreso de
Venezuela instalado (2 de marzo de 1811) que proclamaría la independencia a España
el 5 de julio de 1811.
27. Actúa plenamente en la Guerra de Independencia, le es
concedido el título de Generalísimo el 23 de abril de 1812 por la Junta Suprema
de Gobierno.
28. Es sustituido por Marqués del Toro en su intento de
salvar la República. Se le cae la Primera República por la mala preparación del
componente militar que le entregaron y por la división y oligarquía reinante en
toda la esfera de la sociedad venezolana y entre otros factores sociopolíticos.
29. Así que la Primera República comienza el 19 de abril de
1810 (Proclamación de la Independencia) hasta su capitulación (25 de julio de
1812) firmada y sellada en San Mateo, Edo Aragua.
30. Miranda intenta irse a Colombia para verse con Antonio
Nariño cuando es aprehendido en La Guaira por los patriotas (entre Bolívar y
otros) y luego entregado a los realistas. Tiempo más tarde murió encadenado como
un perro en la prisión de la Carraca (Cádiz-España), el 14 de julio de 1816. En
su lecho de muerte el sacerdote católico de la celda le pide que confiese sus
pecados para que no vaya al infierno, pero éste le rechaza y le dice: “Déjame
morir en paz”, y con esto él quiso decir que no necesitaba el consejo de un
cura cuyo nombre era Álvar Sánchez por tanta opresión espiritual que le causó
la Iglesia de Roma desde muy temprano cuando el poder oculto de la Inquisición
le perseguía por sus ideales revolucionarios a favor de una Hispanoamérica
libre de la subyugación española. Según la historia, debajo de su cama a la
hora de su muerte encontraron un texto del Nuevo Testamento que tantas veces
leyó y le acompañó. Esa palabra de Dios desde el primer día en que arribó a
España le acompañó junto con las demás obras de escrituras ilustradas o
enciclopedistas del siglo XVII.
REFRENCIA BIBLIOGRAFICA
A. Libros
1. De Miranda, Francisco, Colombeia, “Miranda súbdito
español 1750-
1780.Caracas, Venezuela: Ediciones de la Presidencia de la
República,
1978, Tomo I, 631 págs.
2. De Miranda, Francisco, Colombeia, “Miranda súbdito
español 1750-1780.
Caracas, Venezuela: Ediciones de la Presidencia de la
República, 1979,
Tomo II, 579 págs.
3. De Miranda, Francisco, Colombeia, “El viajero ilustrado”
1783 -1785.
Caracas, Venezuela: Ediciones de la Presidencia de la
República, 1980,
Tomo III, 477 págs.
4. De Miranda, Francisco, Colombeia, “El viajero ilustrado”
1785 -1786.
Caracas, Venezuela: Ediciones de la Presidencia de la
República, 1983,
Tomo IV, 559 págs.
5. De Miranda, Francisco, Colombeia, “El viajero ilustrado”
1787.
Caracas,Venezuela: Ediciones de la Presidencia de la
República, 1982,
Tomo V 567 págs.
6. De Miranda, Francisco, Colombeia, “El viajero ilustrado”
1787 -1788.
Caracas, Venezuela: Ediciones de la Presidencia de la
República, 1980,
Tomo VI, 559 págs.
7. Peña, Salvador, Panamá, un congreso y un destino:
Caracas,
Venezuela, 1979.
B. Periódicos
1. Rodríguez, Dexy, “Miranda quería construir el Canal de
Panamá”.
Diario El Impulso de Barquisimeto, Venezuela. Lunes 28 de
Marzo de
2005, pág. B 9.
2. Cañón M. Luís, y otros. Miranda, El Visionario:
Maracaibo, Venezuela,
diario Panorama, Noviembre de 2006.
Colección Hermann Garmendia
Serie Historia local
Francisco de Miranda
y el canal de Panamá
Selección de escritos de Arnulfo López E, publicados en el
diario El caroreño durante los años 2012 -2017 donde destaca la valiosa obra
del Generalísimo Francisco de Miranda en tierras americanas a través de una
prosa sencilla, ideada para alcanzar su difusión en cuadernillos escolares,
medios digitales y presentaciones programadas en espacios educativos.
Sistema de Editoriales Regionales LARA.
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